La Noche

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La princesa abrió los ojos. Era de noche, como siempre, ya no recordaba cuando fue la ultima vez que vio el sol, a veces olvidaba siquiera que existía. 

Destinada a vivir de noche, si es que se podía llamar vida al encierro, obligada desde pequeña a esperar a un desconocido, que sin darse cuenta se había vuelto el blanco de todo su rechazo. La torre la sumía en un sueño profundo y llano todas las mañanas al despuntar el primer rayo del sol. Hace mucho dejo de intentar ver el amanecer. Desde entonces ese rayo de luz era una broma cruel que le recordaba una vida bajo el sol que nunca tendría. 

Tomando asiento en la cama, arreglo los dobleces de su vestido, deslizando sus dedos sobre las finas costuras ¿Cuántas veces había pasado por su mente, el romper su vestido y escapar? Una idea peligrosa eh imposible. La ventana era muy alta, y la puerta no se abría sin importar cuanto lo intentara, y aunque lo hiciera el dragón era muy fuerte como para que ella lo venciera. Odiaba estar encerrada entre las mismas cuatro paredes, pero se negaba a ceder a la desesperación. Y resignarse a envejecer y morir en la misma cama que la ataba todos los días. Aunque dicho sea de paso, hace mucho que había dejado de correr el tiempo sobre ella, así como en toda su habitación.

No fue hasta que una nube cubrió la luna que se percato de la pequeña luz titilante de una vela que iluminaba partes de una persona. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al mirar al extraño sentado en su silla junto a su mesa para el té. 

Apoyando su pie en silencio sobre la madera del suelo, un ligero crujido de está, le puso los nervios de punta. Respirando hondo continúo acercándose. El día por fin había llegado, y el desconocido había aparecido. El responsable de su encierro. 

 Mordiéndose el labio inferior con fuerza hasta sentir el sabor amargo de la sangre filtrándose a través de sus dientes, solo el hecho de saber que no era dueña ni de sus labios, le producía una sensación de impotencia casi nauseabunda. 

Ese sentimiento no le gusto en lo mas mínimo. Justo en ese momento vio un destello metálico al lado del extraño. Era su espada. Un pensamiento siniestro cruzo su mente. Podía matarlo. Nadie había dicho que tenia que quedarse con el primero que llegara. Además si el estaba aquí significaba que el dragón estaba muerto. solo tendría que forzar la puerta con la espada, y sería libre. Se limpio la sangre de su boca, con la manga blanca del vestido. Esto poco le importaba, sin importar que le hiciera a la ropa o a su apariencia, a la noche siguiente todo estaría perfecto, igual que siempre.

La vela titileo anunciando su final. La princesa pensó en aprovechar el momento de oscuridad para terminar con su vida atravesando su corazón, sin su armadura puesta eso seria sencillo. Se acerco lentamente estirando su mano hacia la llave de su liberación, al estar a punto de rozar la espada con sus dedos vio de reojo sobre la mesa una carta doblada sin sello ni firma solo con dos palabras ¨Para Ti¨. 

La princesa se paralizo y la vela se apago. dejando una nube de oscuridad y confusión sobre su cabeza ¿Qué clase de broma de mal gusto era esta? ¿o era acaso un plan macabro? ¿una clase de recordatorio enfermizo de que no podría ser libre? conforme mas lo pensaba su sangre hervía con mas fuerza. Lo mataría, claro que lo haría, era su oportunidad, tal vez la única. 

Respiro profundo una vez mas. Si, era una oportunidad, pero no una que deba agradecer a la suerte o la casualidad ¿entonces a quien? 

Era extraño pero todo le indicaba que él seria ese quien. Eso la confundía aun mas ¿Qué era lo que planeaba, realmente? ¿Cuál era el sentido en su actuar? y la pregunta de la que nacen las demás ¿Cuánto tiempo llevaba este extraño en sus aposentos? Al parecer el suficiente para quitarse su armadura, pensar y escribir lo que parecía una carta ¿Por qué entonces no la beso? es que acaso al verla le pareció insuficiente. No sabia porque pero este pensamiento le molestaba, y mucho; ¿Quién era él? ¿Qué podía saber él? Pero bueno, no era seguro que ese fuera el caso ¿Entonces?

Erase Un AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora