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Son las 2: 25 de la madrugada, y tengo mucho sueño, pero no pienso dormir.

Si cierro los ojos, sé que veré a la Señora Noche inevitablemente, y lo que menos quiero es eso. A veces incluso puedo verla cuando parpadeo despacio.

La odio.

Llevo aproximadamente año y medio sin dormir ni una sola vez. Mis ojos arden la mayor parte del tiempo, pero me he acostumbrado a ello; y las personas a mi alrededor ya se habituaron a verme con ojeras de forma permanente.

Querido Jimin, sé que estás molesto. Sé que quieres que cuide de mí mismo y descanse, pero ¿puedes culparme por temer cerrar los ojos? No solo se trata de la Señora Noche, también están las hadas.

La última vez que dormí, tuve un sueño precioso y vívido: estabas aquí conmigo nuevamente, amándome, besándome, y mi corazón se sintió tan feliz; pero cuando desperté, no podía dejar de llorar.

Ese día me fui al trabajo llorando y regresé llorando. Regué las plantas llorando, y como son tan sensibles, también ellas se pusieron a llorar. No se callaron en toda la madrugada y los vecinos vinieron a reclamarme. Fue un fastidio.

Por eso, cuando veo a un hada de los sueños rondando por aquí, no dudo en asustarla rociándola con el aromatizante ambiental o echándole agua. Esas cosas son una plaga, están por todas partes haciendo de sus travesuras. Arrojan sus polvos mágicos sin piedad y provocan en la gente las más grandes decepciones.

Las hadas son unas mentirosas, unas insolentes y unas desconsideradas.

Me reúso a volver a permitir que un hada me haga caer en otra ilusión de esas. Los sueños son el más ingrato y cruel de todos los tipos de fantasías, porque ahí la mente racional se nubla por completo y el soñante pierde la capacidad de distinguir entre lo falso y lo real. ¡Es horrible! Despertarse siempre es terrible, no hay nada peor que ver destruida una fantasía y saber que todo fue falso.

Yo prefiero ser el creador de mis propias fantasías. Prefiero simplemente quedarme mirando a la pared, sin mirarla realmente, y dejar que mi imaginación fluya a un ritmo que yo pueda controlar. Así puedo tener bellas fantasías de corta duración pero que sé perfectamente que son falsas. Esas me duelen un poco cuando las hago desaparecer, pero no me hacen llorar.

De vez en cuando, mi mente viaja lejos. Puedo volar y volar, hasta un lugar en el que te encuentro.

A veces viajo hasta las playas de Busan, donde nos conocimos. Solíamos ir de vacaciones a menudo, y muchos de mis recuerdos felices están ahí.

Imagino tu suave piel en mis labios, tus manos recorriendo mi cabello y la arena caliente bajo mis pies; imagino el agua, las olas, tu mano llevándome casi a rastras a jugar en el mar azul. Tus besos desordenados. La sal del mar en el aire. La sal de tu sudor en mi legua. Y el candor sofocante, delicioso; mi piel ardiendo por las quemaduras del sol y mis ojos deslumbrados.

En mis recuerdos, el sol no es azul, sino que vuelve a ser amarillo y brillante. Lo único azul son el mar y el cielo; y hay muchos colores llamativos en los trajes de baño de las personas: rojo, naranja, verde, violeta...

Extraño mucho poder ver los colores. Los extraño demasiado, demasiado. El mundo es aburrido con solo azul y gris, y no entiendo cómo es que pude vivir así antes de conocerte.

Toda mi vida había sido monocromática. En la escuela, era el único niño que sacaba malas notas por ser incapaz de reconocer los colores. Para mí, el mundo era únicamente de tonalidades grises, y aunque me generó dificultades, viví bastante bien así, sin desear nunca tener la capacidad de ver como los demás ¿Cómo iba a anhelar algo que ni siquiera conocía?

Pero luego llegaste tú.

Cuando te ví por primera vez, me pareciste sexy y hermoso. Nadabas juguetonamente, despreocupado, sin saber que yo te estaba observando. Correteabas a las olas, y luego escapabas de ellas. La espuma marina te golpeaba en el abdomen desnudo y te hacía gritar y reír, y tus amigos también se reían.

Me encontraba hipnotizado por tu belleza. Tu voz me contagiaba felicidad y me sentí profundamente necesitado de tu atención. Entonces me acerqué a ti para charlar y esa misma noche tuvimos una cita. Y a la noche siguiente también, y a la siguiente, y a la siguiente...

Pero cuando mis vacaciones se terminaron, tuve que despedirme. Nos encontramos en un restaurante-bar que habíamos frecuentado mucho ese verano. Yo estaba decidido a confesarte que estaba enamorado de ti, y a decirte que aunque nos dejaríamos de ver por un tiempo, iba a regresar. Tomé tus manos durante toda mi confesión y entonces, cuando te solté, saltaste a abrazarme, con lágrimas en los ojos pero con una sonrisa muy cálida. Me dijiste que te sentías igual, que también me querías, y que me ibas a esperar lo que fuera necesario.

"Te amo, Tae".

Era la primera vez que alguien me decía que me amaba.

Mi corazón comenzó a palpitar tan rápido y tan fuerte que me sentí mareado. Cerré los ojos mientras mis brazos rodeaban tu cintura y el aroma frutal de tu shampoo hizo cosquillas en mi nariz. Nos quedamos así, abrazados, por varios minutos.

Y cuando abrí los ojos, vi los colores del mundo por primera vez.

Nunca olvidaré esa sensación tan asombrosa que corrió por mis venas cuando pude ver el rosado de tus labios y tus mejillas, el bronceado de tu piel, tu cabello teñido de rubio. Y las personas, y la comida y las bebidas, y yo mismo: mi propia piel, más bronceada que la tuya, mis ropas, mi rostro cuando corrí al espejo del baño, mi vida entera.

Tú me hiciste ver colores. Tú me hiciste amar la vida.

Pero cuando te perdí, los colores se fueron contigo.

Ahora mi vida es gris nuevamente, y el único color vivo que se quedó después de tu partida fue el azul: el sol, las estrellas y las hadas de los sueños que me hacen travesuras son de color azul brillante. Los niños de la calle, las flores y la luna son de un azul más opaco.

También puedo ver el negro espantoso de la Señora Noche y el blanco insulso de la nieve. Pero no creo que esos dos cuenten como verdaderos colores.

Quisiera tener la oportunidad de ver otros colores al menos una vez más, porque realmente los extraño. Y me resulta desesperante, porque en el pasado, antes de conocerlos, viví muy bien sin ellos.

¿Sabes, amor? Sinceramente, creo que la culpa de mi dolor es toda tuya. No debiste mostrarme algo tan bello si después me lo ibas a arrebatar.

Eres cruel. Te pareces a las hadas de los sueños.

Blue & Gray [VMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora