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Primer paso

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Primer paso

Chifuyu se había vuelto loco, o solamente estaba mostrando su capacidad para ser un dolor de cabeza en sus amistades.

Los días pasaban con normalidad, cada vez más extenuantes y aburridos, en días de verano la gente solo podía quejarse y esperar las brisas del atardecer para refrescarse la vida. Cada mañana resultaba contradictoria con la estación del año, porque solía haber algo de frialdad.

Al ritmo de canciones en inglés y tarareos que parecían más invocaciones que otra cosa, andaba Keisuke, tratando de enamorarse del día, llenándose el alma de regocijo y paz al notar los pájaros volar, envidiando este acto. Se sentía el protagonista de un video musical, por instantes deseó que su pandilla saliera de forma mágica para todos montarse una escena épica de baile en perfecta coordinación sin nunca haber ensayado.

La vida le sabía a limonada, nada podía arruinar su bonita forma y esperanza de tener un día grandioso.

Nada excepto Chifuyu Matsuno y sus planes de niño caprichoso y vengativo.

—¿No deberías estar en la escuela?— preguntaba Kazutora, un estudiante que precisamente se saltaba la primera hora en su preparatoria.

—¿No debería estar usted también en la escuela? —volteó, su corazón palpitaba fuerte al ser descubierto, creía que pasaba fácilmente desapercibido.

—Tú lo has dicho, debería— le tendió una paleta helada— Hace un calor del demonio... —no quiso verle a los ojos, entre dientes le susurró que lo aceptara— Ah mira, allá está Baji —tomó aire para gritarle a su hermano del alma—¡BAJ-!

—¡NO! Baje la voz, no quiero que nos vea—su velocidad de reacción fue suprema, en el último segundo ambos se pusieron de cuclillas, evitando ser vistos por el sujeto del experimento.

—¿Qué pasa, por qué nos escondemos?—retiró suavemente la mano de Chifuyu sobre su boca.—Ya veo, ¿me quieres besar, no?

—No sea tonto—se sonrojó, la distancia era poca, estaban apretados entre las plantas y los árboles de la acera.—Solamente no quiero que Baji-san nos encuentre.

—¿Por?

—He estado evitándolo estos días...—bajó la mirada, sus lindas pestañas cubrieron sus ojos y su flequillo ocultó su vergüenza, Kazutora se tomaba la libertad de acomodarle el cabello.

—¿Por qué cariño?—deslizó su mano hasta apretar ligeramente la mejilla de Chifuyu, quedando en un momento "romántico" y tierno.

—Porque...—parpadeó confundido.—¡No me diga cariño!—golpeó la mano.

—Como digas Chifuyu—sonrió con gracia—¿Te le vas a declarar a Baji o qué?

—Con usted es imposible hablar.—tuvo el afán de levantarse pero Kazutora le tomó de las muñecas, indispuesto a dejarlo marchar si no le contaba la verdad.— Tengo que ir a clases.

Los que se pelean se gustanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora