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Realmente no sabía que tan lejos de Karmaland se encontraba, había perdido la noción del tiempo. No tenía ni idea cuanto había caminado, pero se sentía totalmente desgastado.

El lugar en el que se encontraba era frío, demasiado. Tanto sus manos como su rostro tenían ciertos tonos rojizos debido a esto.

Su corazón también se encontraba frío, se encontraba tan roto emocional y psicológicamente. Su espíritu también se encontraba roto luego de esa traición, en la cual todo se había venido abajo y la cual fue la razón de que todas sus ambiciones se esfumaran.

Su mente se encontraba en blanco, su cuerpo se movía por sí solo, él no pensaba en nada, era como un muerto en vida. Uno que había perdido toda voluntad para continuar.

Poco a poco fue perdiendo la cordura, la locura lo fue consumiendo. Su espíritu roto junto con todos los recuerdos de esa traición en su mente tenían mal al pelinegro, tantos días pensando una y otra vez en lo que había pasado eran detonantes para él. Eran como cuchillas que iban directamente hacía su corazón.

Finalmente, había perdido toda la esperanza.

La tristeza iba abandonando su corazón siendo reemplazada por un sentimiento de querer destruir algo.

O alguien.

A pesar de tener estas nuevas emociones su mente seguía en blanco, siendo aún un muerto en vida.

Pero era un muerto en vida con hambre, hambre de poder y sed de venganza.

Sin embargo por el momento no podía saciar esa hambre, pero si podía saciarla de otra forma.

(...)

Ya había oscurecido por completo cuando el pelinegro encontró una aldea. Al parecer todos se encontraban dormidos ya.

Examinó un poco más el lugar hasta encontrar a un aldeano que aún no se había ido a su hogar. Los orbes negros del menor se dilataron y en ellos había cierto brillo.

Tomó una pequeña cuchilla que llevaba consigo y lentamente se acercó al aldeano, finalmente, cuando ya se encontraba lo suficientemente cerca de este, inserto la cuchilla en su cuello mientras tapaba su boca para que este no gritase. Le dio un giro de noventa grados a la cuchilla para finalmente sacarla del cuello del aldeano.

Arrastro el cuerpo sin vida hasta un lugar más oscuro y alejado, cuando se aseguró que estaba lo suficientemente lejos se subió sobre el cadáver y empezó a clavar la cuchilla una y otra vez, desahogandose. Su pecho subía y bajaba debido a su respiración agitada mientras que en su rostro se dibujaba una sonrisa.

Cuando se sintió satisfecho y desahogado, regulo su respiración para al final ir quitando sus extremidades y órganos más tranquilamente.

Los órganos los fue metiendo a su mochila vacía. Estaba así debido a que cuando escapo lo único que pudo traer consigo fue esa cuchilla con la cual le había quitado la vida al aldeano.

Tomó las entrañas de este y las llevó a su boca. La sangre había llenado completamente su cavidad bucal y se desparramaba desde los lados de sus boca hasta su mentón, ensuciando así su camisa aún más de lo que ya estaba. El pelinegro se deleitaba con el sabor a hierro que está tenía.

La mente de Quackity ya no se encontraba en blanco, había recuperado la razón, sin embargo, no se detuvo. Realmente lo estaba disfrutando.

Pues claro, como no hacerlo, había sido su primera comida después de tanto tiempo.

Traición || LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora