Un dia cualquiera en Kuoh

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VALI

Había estado persiguiéndolo durante tres meses. El bastardo rubio era escurridizo, parecía no ser capaz de mantenerse en un solo lugar por mucho tiempo, eso solo lo había frustrado más de lo que sería capaz de vocalizar.

La primera vez que había conocido al irritante adolescente, había estado comiendo en un restaurante en Italia, a escondidas de la iglesia obviamente, y en especial de Azazel.

Entonces algo destrozo por completo la entrada del restaurante donde comía, tirando la porción de fideos que estaba a punto de degustar.

De entre los escombros entonces salió él...
Y supo al instante a quien dirigir su ira. Antes de que el tipo rubio pudiera regresar de cualquier agujero del que había venido, Vali lo había atacado.

El rubio había demostrado ser un mayor problema del que se había imaginado al inicio cuando desvió sin problemas su hechizo, entonces, el idiota dobló un poco las rodillas y había salido disparado fuera del restaurante.

Cuando Vali logró rastrear hacia donde se había ido el imbecil, solo encontró un paisaje destrozado, y el cuerpo de algo humanoide tan golpeado que era imposible reconocerlo.
Sin embargo, aquello seguía vivo, a duras penas lograba seguir respirando, pero lo hacía.

Vali había decidido tener misericordia del pobre bastardo acabando con su vida. El no era como su abuelo quien disfrutaba ver a las criaturas revolverse de dolor hasta que rogaban por el dulce abrazo de la muerte.

Vali había jurado nunca ser como el retorcido diablo que era Rizevim Levam Lucifer. Vali había jurado ser fuerte, para nunca volver a sufrir por su debilidad, y para ello, había decidido en su tardía infancia y temprana adolescencia, que enfrentaría y derrotaría a todos los seres mas fuertes del mundo, hasta ser el mas fuerte que haya existido.

Este tipo rubio imbecil, además de parecer ser cruel, parecía muy fuerte. El paisaje de su pelea con lo que sea que había dejado atrás desangrándose lo demostraba.

Entonces Vali había adquirido un nuevo hobbie, encontrar y golpear a ese imbecil.

Y ahora, por fin lo había encontrado.
El tipo se había asentado en Japón, e irónicamente trabajaba en una heladería.

Sería fácil. Se dijo Vali, entra, retalo, véncelo, y vuelve con Azazel antes de generar cualquier sospecha. Y probablemente iría después por un plato de ramen o saldría un rato con los chicos... bueno, tal vez solo con Arthur, tanto Sun, como Kuroka y Le'Fay eran muy molestos.

"¡Naruto Uzumaki! ¡Vengo a retarte!" Vali abrió la puerta de la heladería con una patada. Y en su rostro se lucia una enorme sonrisa sedienta de batalla.

No generó la respuesta que imaginaba.
"Problemático". En una vitrina, y al lado de una caja registradora, el rubio (Naruto, según el nombre en su gafet) parecía el hombre más aburrido del mundo, recargando literalmente su cabeza contra la vitrina y apenas levantando el rostro para echarle una mirada de reojo.

La sonrisa en el rostro de Vali casi flaquea... casi. Invocando sus alas, Vali señaló directo a rostro de Naruto.

"¡Pelea conmigo! ¿O acaso eres cobarde?" Vali grito. Por más infantil que pareciera esa táctica, le había funcionado más veces de las que podía darle fe.

El hombre solo gimió. Junto sus manos en un extraño signo de cruz, e inmediatamente hubo una explosión de humo de la que surgió una copia idéntica de Naruto.

El original (supuso Vali), se quitó el delantal azul que traía, y su gorra del mismo color, revelando su enmarañado cabello.

"Vamos a otro lugar y hagámoslo rápido. Tengo que estar exactamente trabajando 10 horas diarias por cuatro meses hasta que el culo perezoso de Apollo decida qué—" Naruto se callo entonces.

La nueva vida de un shinobi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora