La vida normal de un adolescente

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Iseei Hyodou era muchas cosas, un pervertido, un buen artista (cuando tenía la inspiración necesaria), un pervertido, un estudiante de secundaria, un pervertido, un adolescente normal, pero en especial, un pervertido.

Hoy, era de hecho un día especial. Hoy, Iseei tendría su quinta cita, con una chica real, a la que no había pagado por su compañía, o tratado de extorsionar.

Y si fuera sincero consigo mismo, estaba emocionado. Nunca en su vida pensó que pasaría, y mucho menos de la forma en qué pasó.

Por que siendo realistas, ¿En que mundo raro una chica de 100 de 10 es la escala de hermosura lo invitaría a el a salir? Probablemente solo en este.

Las cosas en todas sus citas habían ido viento en popa, y por una vez en su vida, Iseei cuestionó su gran sueño. ¿Enserio valía la pena tener un haren de chicas de grandes pechos? No... no cuando se estaba con Yuuma.

Yuuma... era hermosa, amable, sincera, algo tímida, su nariz se respingaba siempre un poco cuando sonreía, al igual que sus ojos se cerraban cuando sonreía. Tenía un tic nervioso cuando la halagaba, volteaba hacia abajo, mientras su rostro se pintaba de rojo.

Y cuando sostenía su mano más pequeña entre sus dedos... Iseei nunca creyó ser más feliz... bueno, tal vez solo cuando toco un poco uno de los grandes senos de Yuuma...

Si era sincero, Iseei creía que no pasarían la primera cita. En especial aquella noche, frente aquella fuente, cuando Yuuma había bajado la mirada, y por un momento pareció querer preguntarle algo, luego, había vuelto a levantar la mirada, para verlo a los ojos con sus deslumbrantes ojos violetas, y sonrió.

Iseei no necesito más palabras. En ese momento, y con todos los nervios del mundo, acercó su rostro al Yuuma, cerrando los ojos, y muy dentro de si, esperando que la chica se alejara, para decir cuán erróneo estuvo eso, pero no...

Sintió los labios de Yuuma rosar los suyos, tan suaves que creyó estaban hechos de malvavisco, y tan dulces como una fresa.

Esta era su quinta cita, saliendo de la escuela, Iseei había decidido llevarla a una heladería, recién abierta, que sabía había recibido muy buenos comentarios por otros chicos en la escuela.

El exterior, era completamente de color dorado, y brillaba con el sol como si fuera oro genuino, había una gran ventana, la cual miraba hacia dentro del establecimiento, donde se veían mesas y sillas, y un gran mostrador, debajo del cual había un congelador con una infinidad de sabores de helado. Y al lado del ventanal, había una puerta, un poco más modesta, de color azul, que parecía haber sido tallada por la mano más fina. En el techo había un gran letrero, escrito en un contrastante color gris estilizado:
"Heladería de Apollo: Sentirás el sabor de la poesía en tu boca".

... Ese slogan podría sacarse muy fácilmente de contexto. Entrando mientras tomaba de la mano a Yuuma, Iseei empujó levemente la puerta, escuchando una campana sonar tan pronto como abrió la puerta.

En el mostrador había... mierda, otro Kiba.
En ese momento Iseei sintió el verdadero terror.

Desvío un poco la mirada hacia Yuuma, pero ella no parecía particularmente atraída hacia el.

El chico del mostrador era rubio, de ojos azules y piel color canela, definitivamente extranjero, con marcas raras de bigote en cada mejilla, y un uniforme con un delantal verde y una gorra.

"¡Bienvenidos a la heladería de Apollo, donde sentirás el sabor de la poesía en tu boca!
..."
"..."
"..."
El chico del mostrador se sonrojó un poco, y bajo la mirada mientras murmuraba maldiciones a un tal Apollo, que probablemente era el dueño del lugar.

La nueva vida de un shinobi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora