Capítulo 1 - Retorno y marcha

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Sábado 5 de marzo - 2022

Faltaban pocos minutos para las seis de la mañana. A pesar de la densa niebla que cubría la calle, se lograba ver el sol asomándose por el horizonte. Sofía, de regreso a casa, continuaba leyendo su diario desde que había bajado del autobús.

"Hoy es mi último día aquí, mañana volveré con mis padres. En unas semanas comenzaré la universidad, y aunque siento un poco de miedo por lo que está por venir, estoy emocionada por las nuevas oportunidades que se mantendrán. Solo espero que lo que siento en este momento se mantenga a lo largo del tiempo y no sea algo que desaparezca rápidamente."

A pesar de estar absorta en su lectura, Sofía continuaba avanzando con paso firme y seguro. De repente, notó que alguien la seguía. Sintió miedo y aceleró el paso, sin embargo, el peso del maletín que llevaba en la espalda dificultaba su avance. Sus sospechas se confirmaron cuando escuchó los pasos apresurados detrás de ella. Empezó a sudar y sentir escalofríos, hasta que, en un instante, sintió un toque en su hombro. Sin pensarlo dos veces, agarró la mano de la persona y la dobló, sin siquiera mirarla. Sin embargo, al escuchar su grito de dolor, rápidamente la soltó y volteó para enfrentar la situación.

- ¡Franco! -exclamó Sofía al voltear y ver a su amigo en el suelo-. Ay, por Dios... perdóname de verdad... no creí... -

- Jajaja, tranquila -interrumpió él con una sonrisa en el rostro-. Cualquiera hubiera reaccionado así, quería asustarte y terminé de la peor manera-

- Es que también a quién se le ocurre asustar de esa manera -dijo ella mientras lo ayudaba a levantarse.

- Pues sí, discúlpame. Más bien, qué bueno que volviste, ya empezaba a extrañarte. ¿Lista para ir a Kepler? -preguntó.

- No sé, la verdad ando nerviosa por eso y por muchas cosas más -

- Claro, entiendo. Por eso te regalé un diario, para que pudieras escribir lo que piensas y sientes en ciertos momentos. A menos que no lo estés utilizando... -

- ¡Obvio que sí! -interrumpió ella- Hasta venía leyendo lo que escribí hace días. Por cierto, ¿qué haces aquí a esta hora? -preguntó, notando algo extraño en él.

- Estaba yendo a trabajar y te vi desde lejos, así que vine a saludarte -contestó rápidamente.

- ¿Seguro? -dijo ella, percibiendo su comportamiento sospechoso.

- ¡Si! -respondió él precipitadamente- Más bien, se me está haciendo tarde. Fue un gusto encontrarte de nuevo... nos vemos en la universidad... -gritó mientras se alejaba sin darle tiempo a responder.

Ella quedó atónita con lo sucedido, pero sacudió la cabeza, soltó una carcajada y continuó su camino. Mientras se dirigía a casa, muchos recuerdos del pasado de Franco inundaron su mente. Su vida había estado envuelta en cosas negativas como narcotráfico, delincuencia e incluso sicariato. Sin embargo, desde hace ya varios meses, Sofía notó un cambio positivo en él. Al menos eso era lo que ella percibía, ya que él ocultaba muchas cosas bajo la manga.

Al llegar a su hogar, Sofía se percató de que todo estaba en completo desorden, como si la casa hubiera sido saqueada el día anterior. Sus padres no sabían que ella regresaría ese día, ya que estaban ocupados con sus respectivos trabajos. Intentó llamarlos, pero ninguno respondió. Decidió dejarle un mensaje a cada uno y, después de dejar sus pertenencias, salió de casa con una mochila que contenía dentro su diario y una botella de agua.

Mientras se alejaba de su hogar, Sofía abrió su diario y revisó la sección de notas, ya que ese pequeño cuaderno le servía para diversas cosas. Entre sus apuntes, encontró una de sus metas al regresar de su viaje: encontrar un empleo. Sus padres trabajaron incansablemente para asegurarse de que no le faltara nada, pero ahora, a punto de entrar a la universidad, Sofía sintió la responsabilidad de apoyarlos económicamente y también de ser autosuficiente. Cerró el diario y se encaminó hacia un puesto de periódicos para comprar uno y buscar oportunidades de trabajo temporal.

La suerte no existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora