CAPÍTULO II LA CENA

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Cuando acabamos de comer, me despedí de Elia y me dirige a la estación de metro. Ahora si estaba un poco a reventar la estación, por suerte, consigo entrar al metro y encuentro un sitio. El metro no estaba tan lleno, era la estación en si lo que estaba lleno de gente.

Me pasé todo el viaje reflexionando que había hecho una nueva amiga. Ella piensa que me voy a llevar muy bien con sus amigos en la cena, yo no lo tenía tan claro. No suelo caerle bien a la gente, si alguien se acerca para hablar conmigo, siempre es para acercarse a Nadya. Siempre he sido su perrito faldero, y siendo sinceros, eso me gusta, no me gusta destacar y a Nadya sí. Quizá por eso llevamos siendo amigas tanto tiempo.

Cuando me acordé que tenía una cena con gente a la que no conozco, solo a Elia. Que por muy bien que me haya caído, no deja de ser una desconocida.

Y si... no les caigo bien.

Y si... me pongo nerviosa y me vuelvo una borde.

Y si... les parezco una rarita.

Me entraron ganas de llorar, gracias a dios, el metro estaba llegando a la estación. De pronto me llega un mensaje. Supliqué mentalmente que sea Elia diciendo que la cena se ha cancelado, pero no.

Era de Nadya.

Nadya: Hoy voy a volver tarde.

Nadya: No me esperes.

Adara: OK.

Estuve a punto de decirle lo de la cena, pero si se lo digo, se pondrá como una loca interrogándome, que si con quién, que si dónde, que si a qué hora, que si cuándo vuelvo...

Decidí no contárselo por el bien de ambas.

Cada vez tenía más ganas de llorar.

Cuando se abrieron las puertas del metro, me dirige a la residencia. Fui corriendo sin parar, por miedo a cruzarme con alguien que conozca. Al llegar a la residencia, no me paré a ver si estaba el recepcionista y subí corriendo a la habitación, que gracias a dios estaba en la primera planta.

Nada más llegué cierro la puerta de un portazo, tal portazo que si alguna chica estaba echando la siesta la habría despertado. Cuando cerré la puerta, me senté en el suelo junto al armario, y me doy cuenta de que me temblaban las manos.

Recordé los ejercicios de respiración que me enseñó mi terapeuta hace unos años cuando iba a terapia.

"Inspira.

Aguanta tres segundos

Expira..."

Me lo repetía continuamente cuando me daban ataques en la consulta. Decidí ponerlo en práctica.

Inspiro

Aguanto tres segundo

Expiro...

No sé cuánto tiempo estuve así, cuando me quise dar cuenta ya estoy mucho más calmada, ya no lloro, solo tiemblo, mi respiración ya estaba mucho más relajada. Yo pensaba que ya estaba curada, por eso dejé de ir a terapia, ya no me daban ataques. Será que como no me relacionaba con nadie, no sentía el miedo, pero seguía estando ahí.

Decidí decirle a Elia que al final no podré ir. Todavía temblando, cogí mi móvil, para escribirle, cuando me llegó un mensaje suyo.

Elia<3: UBICACIÓN.

Elia<3: Esta noche a las 8pm.

Elia<3: ¿OK?

No soy capaz de decirle que no voy a ir, ella parecía emocionadísima con que valla a conocer a sus amigos, así que me limito a responderle.

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