CAPÍTULO III El encuentro

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Ya ha pasado una semana desde la cena, y no he parado de pensar en Sira, por lo tanto, no he parado de sentirme culpable. Lo he hablado con Elia, y ella me aseguró que ella ya estaba bien, y que no me sintiera culpable.

También hablé con mi padre sobre la cena, se lo conté todo, sin dejarme ni un detalle, papá me dijo exactamente lo que me dijo Elia, que no me sintiera culpable, pero es más fácil decirlo que hacerlo.

Por otro lado, en las clases no me va tan mal como esperaba, Elia y yo compartimos la mayoría de las clases. Ella me preguntó más en cuanto al boxeo, yo le conté que era solo una aficionada, me dijo si tenía intención de apuntarme a clases o algo así, le expliqué que no tenía intención de hacerme profesional ni nada por el estilo, solo lo quería para defenderme.

Con Elia me lo paso muy bien, hemos quedado para ir al cine, no sabemos ni qué película vamos a ver. Yo propuse que podríamos ver una de misterio, pero a Elia no le gustan, así que decidimos escoger una cuando lleguemos.

Con Nadya casi no hablo, solo intercambiábamos unas palabras por la noche, cuando ella llegaba, porque se va con sus amigas de la universidad de compras o por ahí.

Decidí ver un combate en la habitación de la residencia, solo conocía a Teresa Lane, no sabía quién era su contrincante. Por eso, me quedé lívida al verlo. El presentador anunció los nombres de los boxeadores.

― Hoy tenemos con nosotros a la superestrella del boxeo... ¡Teresa Lane!

No estaba allí y pegué un grito... no me quiero imaginar cómo hubiera gritado si llego a estar allí.

― También está hoy aquí con nosotros otra estrella del boxeo, ¿podrá con Teresa? ¿Conseguirá ganar a Teresa, hoy, aquí, en este ring? – empecé a cuestionarme quién podría ser – lo veremos en unos instantes, que salga... ¡Evan Baslan!

Evan Baslan. Nunca lo había visto nunca... un momento, sí que lo he visto, ¡Es Evan, el maleducado! ¡El del supermercado! ¡Evan Baslan, lo recuerdo, en su placa! Que no era para tanto decía.

Como no me lo creía bajé a la velocidad de la luz al supermercado donde él trabajaba, no sabía si estaría o no, me dijo que tenía varios trabajos, pero no me sé sus horarios. El combate era de hace unos días, por lo que está en la ciudad.

Cuando llegué, Evan estaba allí, entré como si fuera a matarlo súper decidida. Sonó una campanita encima de mi cabeza, y cerré de un portazo. Quizá lo estaba exagerando un poco, es que soy un poco intensa, pero en ese momento no estaba pensando en eso.

― ¿Por qué me mientes? – le acusé.

― ¿Qué...?

― No se te ocurra decir que no sabes de lo que hablo – le ordené indignada.

― Es que no tengo ni idea de lo que hablas, ¿Por qué te iba a mentir? ¡Nos hemos visto literalmente una vez!

Tengo que admitir que eso tenía sentido, al fin y al cabo, no me mintió exactamente. Solo me dijo «No es para tanto» pero joder, sí que lo es, ha competido contra Teresa Lane.

― ¿¡Que no es para tanto?!

En ese mismo momento, su mente debió de funcionar, debió de recordar lo que me dijo, y dar por hecho que había visto el combate.

― Lo has visto, ¿verdad?

― ¿Qué pensabas? ¿Qué no lo iba a ver? Venga ya, si sabes que soy una aficionada – le acusé cada vez más molesta.

Como vi que no iba a decir nada, seguí.

― Eres una estrella del boxeo y «no es para tanto» - hice una pausa para que hablara, pero de nuevo, eso no pasó – has estado con Teresa Lane, la superestrella del boxeo, que espero que te haya ganado, por cierto.

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