Capitulo I

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La pérdida de un amigo es como la de un miembro; el tiempo puede curar la angustia de la herida, pero la pérdida no puede repararse"

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La pérdida de un amigo es como la de un miembro; el tiempo puede curar la angustia de la herida, pero la pérdida no puede repararse". 

—Robert Southey

—Robert Southey

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Léa

Soledad es lo único que siento; ya no me quedan lágrimas para llorar, he perdido la esperanza de volver a ser feliz, estoy cansada de vivir, de sufrir.

Cada día me pregunto, ¿qué hice para merecer esto?, ¿cuándo empecé a sentirme tan mal?, ¿cuándo se fue mi sonrisa?, ¿cuándo comenzaron mis problemas? Ya recuerdo fue así desde mi nacimiento, pero todo empeoró con su llegada. A pesar de todo, no lo culpo ni lo odio; es mi hermano y lo amo profundamente.

Después de siete años de soledad, él vino a dar luz a mi existencia. Ahora me encuentro aquí, ante su cuerpo inerte, contemplando esos ojos que no volverán a abrirse, esa boca que no volverá a sonreír ni a exhibir esos encantadores hoyuelos que lo hacían ver tan tierno, esas mejillas que ya no se ruborizarán al reír o al enojarse.

Te he perdido, he perdido al único que tenía, a mi pequeño. Desearía no haberte dejado solo, desearía haber estado contigo en lugar de dejarte en casa, desearía poder ver tu rostro sonriente una vez más en lugar de esta palidez que ahora veo.

Si tan siquiera hubiera llegado antes, no te hubiera pasado esto, pero ese desgraciado me las pagara, pagara cada maldita puñalada, cada maldito grito, no permitiré que viva, Me aseguraré de ello, sin importar el costo.

Pasé el resto de la tarde abrazada a mi querido hermano, culpándome por su muerte y lamentándome repetidamente por haberlo abandonado, por haberme marchado.

Dos horas después de que oscureciera escuche un cerrojo abrirse y me puse alerta, podría ser ese desgraciado.

Tomé mi bisturí de la cartuchera, dejé a mi hermano acostado en la cama y caminé hacia la puerta. Pronto escuché que alguien intentaba entrar, así que me preparé y en cuanto vi la silueta de un hombre, actué. Lo apuñale en el abdomen, El hombre gritó, pero no me interesó; retrocedí para volver apuñalarlo, pero de repente, la luz se encendió y vi al hombre; era mi padre, había...apuñalado a mi padre, el me miró con terror y odio en su mirada, y pronto vi a mi madre ayudándolo, mientras me observaba con lágrimas en los ojos.

Smile Town [Aversión #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora