i. UN BASTARDO MÁS

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❝ella parecía un icono religioso,

como alguien por quien te sacrificarías.❞

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Visenya se había escabullido de sus aposentos temprano esa mañana, el trabajo de parto de su madre había comenzado cuando salió el sol y la despertaron de un sueño. Un sueño de un dragón, como lo eran la mayoría de sus sueños. Siempre era el mismo.

Una bestia de escamas negras con ojos rojos y alas que podría cubrir pueblos enteros en vuelo. Podía escuchar su grito, un gemido musical mientras el fuego brotaba de su garganta que podía derretir acero y piedra, podía fundir arena en vidrio.

Balerion, el terror negro.

La chica de cabello plateado suspiró mientras atravesaba el castillo, sin saber realmente a dónde iba a ir. Lo más probable es que la biblioteca como solía hacer. Al no tener un dragón trataba de ser más útil para aprender historias, adquiriendo fluidez en alto valyrio y absorbiendo todo lo que pudo para que su madre tuviera alguna razón para no simplemente echarla de la fortaleza roja.

―Visenya, querida ―una voz la llamó detrás de ella y se giró, el susurro de su vestido azul claro se escuchó sobre las piedras. ―¿Qué haces despierta a esta hora?

―Todavía no estoy segura, su excelencia ―Visenya dijo amablemente a Alicent mientras la Reina se deslizaba por el pasillo hacia la niña. ―Me desperté hace algún tiempo y no pude encontrar descanso.

―Ah, sí, los trabajos de tu madre son bastante ruidosos. ―dijo Alicent, ganándose una pequeña sonrisa de la niña más pequeña frente a ella. ―Si te sirve de ayuda, seguramente era mucho peor con Helaena.

―No creo que eso sea posible, su excelencia.

―Oh, por favor, mi querida Visenya. ―dijo Alicent, sonriéndole y poniendo una mano en su hombro. ―¿Cuántas veces te he dicho que me llames Alicent o incluso madre, ahora que eres parte de nuestra familia?

Visenya miró hacia abajo con una sonrisa y un rubor trepó por su cuello ante las palabras de Alicent. Ella y Aemond no se iban a casar todavía, Helaena y Aegon iban a ser los primeros y luego les tocaría a ellos.

―Por supuesto, Alicent ―Visenya dijo una vez más mirando a la Reina a los ojos. Aunque no logro percibir el parpadeo de ligera decepción en los ojos de Alicent por sus palabras.

―¿Te gustaría hacerme compañía mientras esperamos a tu nuevo hermano?

―Por supuesto ―Visenya dijo, Alicent tomó su mano y las dos bajaron hacia la habitación de la Reina mientras el sonido de los gritos de Rhaenyra resonaban a través del castillo.




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Visenya y Alicent habían pasado una buena cantidad de tiempo a solas antes, por lo que no hubo incomodidad ya que pasaron las primeras horas de ese día en compañía de la otra, desayunando y hablando de la vida en la corte. Cuando el sol ascendía en el cielo a la hora novena del día, una doncella irrumpió a través de las puertas de las habitaciones de la Reina.

―¡La princesa Rhaenyra ha dado a luz a un niño!

Alicent miró a Visenya, que no parecía en lo más mínimo feliz por la noticia, revolviendo su té demasiadas veces como para que fuera por necesidad. La Reina sintió lástima por la niña, sabía cómo se sentía perder la atención de Rhaenyra.

―Dile a la princesa que me gustaría que me lo trajeran. ―dijo la Reina, tomando un sorbo de su té. ―Inmediatamente.

La criada se quedó estupefacta por un momento, pero luego la Reina la miró y ella se alejó corriendo, cerrando la puerta detrás de ella.

✓ BORN TO DIE  ˚ ͙۪۪̥◌ house of the dragon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora