IV

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El joven estaba plácidamente en su cama, se sentía tan cómoda a medida que recuperaba sus sentidos al abrir lentamente sus ojos, las cortinas ligeramente desacomodadas dejaban entrar algunos rayos del sol.

¿Se despertó temprano? Al revisar el reloj efectivamente son las 6am, lo cual es extraño porque normalmente se despierta a las 7 o cuando la alarma suene. De cualquier modo, ya no tiene sueño, supongo que lo de anoche lo dejó pensando...

¿Si quiera fue real?

El pensamiento fue interrumpido al ver que al lado de su mesita de noche había un dulce con el envoltorio de calabaza, se lo quedó viendo por unos minutos antes de desviar su atención al baño y prepararse para ir a la escuela.

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En el camino a la escuela, el pelinegro caminaba sin tanta prisa, dejaba fluir sus pensamientos, no dejaba de pensar si lo que ocurrió en aquel garaje es real, si había hecho un trato con un espíritu con cabeza de calabaza, el como el garaje estaba todo decorado y brillante, pensándolo así, parece un increíble sueño, de no ser por un pequeño detalle... el dichoso caramelo.

–¿A qué sabrá? –murmuró el pelinegro refiriéndose al caramelo de calabaza, sin darse cuenta de la persona que iba detrás de él, quien lo abrazó con la guardia baja.

–¡Rooooooss! –Dice Robert, un chico de su misma edad, más alto que él, con chaleco verde, con el pelo largo, rubio y con una enorme sonrisa estrujando con cariño a su amigo.

–Buenos días, viejo –Sonríe suavemente Ross, quien se acomoda la camisa después de que Robert lo dejara y caminar juntos al colegio. En eso, el rubio se acerca un poco con una mueca maliciosa.

–Entoooonces... ¿Cómo te fue?

–¿Cómo me fue con qué? –Ross lo ve confundido.

–Ya sabes, nuestro pequeño acuerdo –El pelinegro supo a lo que se refería, a lo cual le tomó unos momentos en pensar sus palabras antes de dejar salir un suspiro.

–Lo hice.

–¡Aja! lo sabi... ¿Eh? –Robert fijó su vista en su amigo antes de encoger sus parpados como si tuviera problemas para verlo, pero en realidad, lo estaba juzgando– ¿Pruebas?

Por un momento Ross pensó que cosa le podría funcionar de prueba, pero mientras juguetea con sus bolsillos le vino una posible idea.

–¿Qué tal esto? –Le enseña al rubio el caramelo de envoltura de calabaza– Lo encontré entre los escombros, no sé que piensas– En parte mintió pero ¿Cómo explicárselo?

Robert examinó cuidadosamente aquel caramelo, lo miraba con curiosidad hasta que asomó una sonrisa curiosa.

–¡Conozco esta marca! Quebraron hace 10-12 años aproximadamente y dejaron de fabricarlos, eso creo, lo vi en un video –Le devuelve el dulce a su amigo– Viejo, eres mi héroe, ni yo mismo me hubiera atrevido a ir –Le dice con admiración.

–Supongo... –Dice el pelinegro quien desvía la mirada con un poco de vergüenza en sus mejillas, aunque inmediatamente le da un pequeño golpe al hombro del rubio– Sabes que odio la oscuridad, la próxima vez ve tu a ese lugar, idiota.

–Wow, ¿fue tan aterrador? –Pregunta medio bromeando y medio preocupado ante aquella reacción de su amigo, si bien era sólo una apuesta, a lo mejor se pasó un poco de la raya así que lo abraza de lado y le muestra una sonrisa– Aw lo siento, pero ya sabes que una apuesta es una apuesta –Ross sólo gruñó dejando a Robert nervioso– ¿E-Estás enojado?

–Por suerte no –Sonrió disimuladamente a su amigo. Esa respuesta hizo que el rubio se aliviara– Hablaremos de eso luego, de prisa, llegaremos tarde.

Treat or Trick - Spooky Month AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora