Parte 4

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El día de la boda llegó en un abrir y cerrar de ojos. Anastasia agradeció el hecho de casarse con alguien que por lo menos tenía un carácter agradable, si bien ni estaba enamorada de él. Sabía por excelencia que Miguel tampoco daría su vida por ella, y que su relación iba a ser mucho más divertida si se limitaba a un simple coqueteo. Entre los dos, había algo que no existía en muchas parejas: una amistad. La complicidad que compartían hacía que su matrimonio sea relativamente divertido, a diferencia de otros novios. Cumplieron con su deber sin chistar y se casaron un viernes quince.

Anastasia se sentía bastante incómoda al presenciar la ceremonia religiosa frente a prácticamente medio país, pero al menos tuvo la suerte de contraer matrimonio con alguien que se molestó en estar allí para decir "acepto". Por fortuna, todo pasó bastante rápido y los jóvenes cambiaron su rutina corriente por la vida matrimonial.


Los esposos no consideraron necesario seguir la moda de cortejo impuesta por la sociedad contemporánea, ya que Anastasia disfrutaba estar a solas y charlar con su marido tranquilamente cuando tenía la oportunidad. Su matrimonio se consideró como un poco revolucionario para entonces , pero no había gran problema con ello. Anastasia podía hablar con Miguel acerca de abanicos y peinados mientras que éste podía charlar con su esposa acerca de negocios y reuniones importantes. Lógicamente, entre los muchos intereses que compartían estaba el arte: el teatro, la literatura, la música...


Así como ambos se divertían hablando de teatro, también lo hacían asistiendo a la presentación de sus obras favoritas. Si por alguna razón Miguel no podía acompañar a su esposa, ésta iba sola. Eso fue lo que pasó un martes doce, día oficial de ida al teatro.




La tragedia dell'arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora