Como la mayoría de los martes, Anastasia se alistó para ir al teatro. No pasaban siete días sin que vaya a ver alguna obra. Ver a Arlequín sobre el escenario era sin duda su pasatiempo favorito. Pero se trataba de un pasatiempo del que la joven no podía hablar abiertamente: aparte de ser burguesa, Anastasia pertenecía a una familia fiel a la religión católica, donde los creyentes están totalmente en contra de su pasión. Por consecuente, sus idas al teatro eran más bien escapadas, y sus excusas debían ser cada vez más elaboradas.
Al llegar, se instaló en su lugar. Le parecía curioso como era costumbre de mucha gente ir al teatro, pero sólo para encontrarse con amigos o para hacerse ver. Sinceramente, ella disfrutaba del espectáculo, aunque seguro era porque no tenía con quién comentar la decoración ni el vestuario de los actores.
La obra comenzó. Era su historia de amor favorita: Isabella y Lelio. Le parecía algo tan puro, tan real. Anhelaba un amor así. Se quedó soñando mientras observaba a los actores sobre el escenario, hasta que sintió una mano en el hombro:
-Disculpe, señorita, ¿éste asiento está ocupado? -preguntó una voz masculina.
-No, adelante. -replicó Anastasia.
El caballero se sentó al lado suyo, lo cual la incomodó un poco. Ella lo miró brevemente: parecía tener su edad, no mucho más. No podía negar que era atractivo, además de tener una buena presencia. Elegante, sobrio, con un agregado de hermosos ojos azules. Al poco rato, el muchacho inició la conversación. Su nombre era Miguel, era dos años mayor que ella y estaba en el teatro con sus primos, cuando la presencia de Anastasia lo sorprendió ya que "¿cómo es posible que una muchacha de belleza tan exhuberante esté sola?". Ella rio y le explicó su situación.
-Ya veo -respondió Miguel-. La entiendo completamente. Venir aquí es también uno de mis pasatiempos favoritos, y mi familia también es muy fiel a sus creencias. Es por eso que vine con mis primos, quienes son mayores y comparten mis mismos gustos. La historia de Isabella y Lelio es fascinante, ¿no cree?. Aunque prefiero la de Colombina y Arlequín.
Charlaron hasta que la obra llegó a su fin. Luego, el joven ofreció a Anastasia llevarla a casa. Ella no accedió, ya que quiso mantenerse firme y digna frente al muchacho que acababa de conocer, tal como le enseñaron desde pequeña.
-¿Entonces, cuando volveré a verla? -preguntó Miguel.
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La tragedia dell'arte
RomanceElla, burguesa. Él, talentoso. Lo suficiente como para que ella se enamore perdida y profundamente. No sabía si era su forma de hacerla reír cada vez que estaba sobre el escenario, o su simplicidad y autenticidad. De igual forma, no había momento en...