Parte 3

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Al llegar, saludaron a los convidantes. Mientras que sus padres charlaban con los Varbre, Anastasia empezó a buscar con la vista a Miguel. Luego de unos instantes, su cuello comenzó a entumecerse, y la anfitriona se percató de lo que hacía:

"-Querida, ¿buscas a alguien?- le preguntó, al mismo tiempo que una sonrisa picarona se dibujó en su rostro. Esa señora siempre fue tan amable, pero ahora parecía más bien inoportuna.

-Eh, no, no...-balbuceó Ana, mientras sentía que sus mejillas se teñían de rojo.- Sólo observaba el ambiente. Realmente admiro el esmero que pone en la decoración, Sra. Varbre. Siempre que asisto a algún evento suyo, la elegancia y la fineza del lugar no me dejan de sorprender."

Francamente, a Anastasia no le importaba en absoluto la decoración, ni mucho menos el ambiente de la fiesta. Siempre había sido obsecuente con los adultos, sobre todo con los Varbre (en vista de que su familia buscaba cierto prestigio de su parte, Dios sabe por qué). Ahora sentía que debía serlo más que nunca, puesto que estaba interesada en un miembro de la familia.

"-Qué agradable oírla decir eso, señorita Gaulet. Por cierto, hay algo de lo que quería hablarle...- replicó la mujer, luego, apartó a Anastasia y volvió a dirigirle "una sonrisa".- En un mes cumplirá dieciocho años. ¿Estoy en lo cierto?"

Anastasia asintió.

"-Dado el caso, supongo que está enterada de que sus padres eligieron de manera cautelosa con quién va a unirse usted en matrimonio...-hizo una pausa, mientras que un redoble de tambores imaginario sonó. En ese momento, Anastasia visualizó a Miguel acercándose. La sonrisa en la cara de la muchacha comenzó a dibujarse- Me parece apropiado que sea yo quién le anuncie la buena nueva. ¿Conoció alguna vez a mi hijo Miguel?"

No sabía qué responder. Si decía que sí, la señora querría conocer los detalles, y, eventualmente, el chisme de que Anastasia asistió al teatro llegaría a sus padres. Si decía que no, probablemente Miguel se ofendería de alguna forma. Finalmente, poco o nada importó lo que respondía Anastasia, ya que Miguel se había acercado justo a tiempo para saludar a su futura esposa. 

"-Encantado de conocerla, señorita Gaulet- dijo el muchacho presentándose y salvando a Ana de la situación incómoda en la que se encontraba.

-Lo mismo digo- consiguió decir, finalmente, Anastasia. La sonrisa en su rostro impedía la salida de cualquier respuesta inteligente."

La Sra. Varbre se dio cuenta de que sobraba, así que masculló alguna que otra historia acerca de que tenía que hablar con alguien más y que los dejaría solos para que se conozcan mejor. Dicho eso al fin, se marchó y los chicos conversaron como si fueran viejos amigos.

A partir de ese momento todo tuvo sentido, las piezas encajaron; y Anastasia, fiel creyente del destino y de sus magníficos planes lo comprendió todo: el motivo de su encuentro con Miguel, el por qué sus padres siempre se molestaron en dar tan buena imagen a los Varbre...

La tragedia dell'arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora