CAPÍTULO 06

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FIESTA MÁS AlCOHOL IGUAL A PELEA                             
    

Mientras las puertas del Líber Party se abrían de manera brusca, Phanes maldijo en su interior con fuerza.

«Otra vez», gruñó para sí. «¡Otra vez arruinan mi momento con mi principessa!»

Era la segunda vez que intentaba acercarse a su amada, y era la segunda vez que era interrumpido. Sabía que no era coincidencia, que muy probablemente ella estuviese metiendo mano en el asunto como cuando envió a sus malditas ratas aladas. Desde el momento en que vió a aquel par de arpías, supo que debió haberse esperado algo como aquello; pero una parte de él todavía tenía la esperanza de que ella mantuviese su promesa de un juego justo.

«Pero no importa», se dijo, apretando los puños. «Eliminaré a todo aquel que impida que mi principessa y yo seamos felices».

Centró sus ojos en su amada, que lucía bastante consternada y fuera de lugar

—Yo soy Dione Naia —entonó ella con fuerza, aún y estando dudosa—. ¿Qué pasa? ¿Quién me busca?

Las guardias del lugar se abrieron paso entre la multitud, empujando a todo aquel que se le cruzase por el medio. Lucían intimidades, pero cuando Phanes notó un tambaleo y un hipeo ligero en su caminar, su imagen regia se desvaneció en segundos.

«Ya veo», se dijo. «¿Así que eso es lo que pasa?»

—¡T-tú…! —gritó una de las guardias—. ¡Tú fuiste quien nos dio esos malditos chocolates!

—¿Está hablándole a la silla? —cuestionó su principessa, confundida. La guardia posó su mirada en ella al ser señalado su error—. ¿Y de qué chocolates habla? Yo no tengo dinero ni para comprarme cosas a mí misma, mucho menos para comprarle a los demás.

—¡Y entonces, ¿qué significa esto?! —gritó una guardia, aventándole una cosa a su principessa.

Su principessa parpadeó.

—¿Un boleto para el próximo concierto de Kuros Egletes?

—¡Eso no! —La guardia, levemente ruborizada, le arrebató el boleto con rapidez. Por un momento, casi se cae al tropezarse con sus propios pies—. ¡Esto!

—¡Mi tarjeta! —gritó su principessa.

—¡Aja! — Las guardias gritaron en son triunfante. Y también se tropezaron con sus pies en son triunfante—. ¡Conque admites que es tuya! 

—Sí, pero…

—¡Pero nada! —rugieron las guardias, levantándose con apuro, con las que estaban de pie también cayéndose debido al apuro—. ¡Está estrictamente prohibido alimentar a los trabajadores! ¡Más con alcohol! ¡Este ultraje debe ser castigado con el…. EXTERMINIO!

—¿Exterminio? —Su principessa las miró con asombro—. Este… creo que deberían sentarse un rato y dejar que el alcohol fluya. Están exagerando demasiado.

—¿Exagerar? —Una guardia dió una mirada llena de ira. Habría sido altamente intimidante si no hubiera estado mirando a una silla otra vez—. ¡Yo te mostraré lo que es exagerar!

Y de un simple manotazo rompió la silla de metal que miraba y la mesa que estaba junto a ella. Aquellos que estaban sentado gritaron con miedo al ver eso y salieron corriendo. Todos los demás comensales hicieron lo mismo cuando las demás guardias empezaron a romper todo lo demás.

Amor y psique Where stories live. Discover now