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El silencio ocupaba todo el lugar, el césped era delicado contra las palmas de sus manos, la luz naranja del atardecer iluminaba con levedad sus rostros y la suave brisa despeinaba sus cabellos. La cabeza del menor se encontraba sobre el regazo del castaño mientras ambos despedían el día, donde ambos daban la bienvenida a la noche.

- ¿Tendremos que ocultarlo... Por siempre?

Aquella pregunta lo desconcertó totalmente, bajó su mirada para observar a su novio y el mismo se sentó en el suelo, dirigiéndose hacia el mayor.

- ¿A qué te refieres?

- Yo te amo, Hyun. — Tomó las manos del nombrado y las entrelazó con las propias.

Esbozó una sonrisa, esa era su frase favorita en el mundo. — También te amo, Jeongin, lo sabes. — Se acercó a él para dejar un delicado beso sobre la frente ajena.

- Sí, lo sabemos... — Murmuró, acto seguido soltó un suspiro que desprendía una obvia tristeza.

- ¿Y qué tiene eso de malo?

- Quiero saber lo mismo... — Desvió su mirada hacia el horizonte, aún se podía percibir el color naranja en el cielo. — ¿Qué tiene esto de malo...? ¿Por qué no puedo tomar tu mano cuando vamos juntos al mercado? ¿Por qué no puedo besar tu mejilla cuando paseamos por el centro del pueblo? Si esto no tiene nada de malo, ¿Por qué las otras personas no pueden saber que te amo? — Frunció su ceño a medida que expresaba su molestia.

Soltó una risa, esa melodía que tanto le fascinaba al rubio, y tomó las mejillas del pequeño para conseguir que lo mirara, al lograrlo lo besó, un beso que no tardó en obtener una respuesta.

Al separarse se mantuvo algunos centímetros cerca del rostro contrario. — ¿Para qué quieres que todos lo sepan? Yo lo sé, eso es suficiente.

Subió sus manos hasta las mejillas del mayor y presionó las mismas, riendo por la graciosa mueca que había formado en el rostro de su prometido. — No quiero amarte en silencio hasta morir y que el amor que sentí por ti se pierda en la tierra en la cual estará mi cuerpo, es injusto que el mundo no sepa cuan enamorado estoy de ti.

- Nuestro amor no va a perderse cuando dejemos este mundo, — Bajó sus manos hasta la cintura contraria y ejerció una leve presión. — Llevaremos nuestro amor hasta nuestra siguiente vida y, cuando sea la hora, volveremos a amarnos.

- ¿Y el mundo podrá saberlo?

- Quizá... — Le dedicó una pequeña sonrisa. — Algún día encontrarán nuestros anillos y todos sabrán de nuestro amor.

- Te amo.

- Te amo mucho más...

[🕊]

Los pájaros comenzaron a cantar su bella melodía a la vez que sus sueños se esfumaron a medida que tomaba consciencia de sí mismo, un nuevo día se asomaba por su ventana. Aún no había abierto sus ojos, era demasiado temprano como para hacerlo, estiró su brazo para palpar las sábanas con la palma de su mano en busca del cuerpo del castaño pero no logró encontrar nada más que la almohada del mismo, frunció su ceño y abrió sus ojos, confirmando que su novio no se encontraba a su lado. Soltó un pequeño bufido y se sentó en la cama.

Dirigió su vista hasta el calendario que colgaba en su pared.

- Doce de Abril... — Murmuró para si mismo, estirándose en la cama. Guardó silencio por algunos segundos. — ¡Hoy es doce de Abril! — Exclamó para, segundos después, salir de entre las sábanas.

princesa yang ๓ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora