Su suerte sí que podía ser peor.
A los pocos minutos después de que el Hada Madrina desapareciera en una nube de polvo y estrellas, las princesas Analisse y Edeline tocaron a la puerta de la habitación de Sara, ambas cargando cajas de todos los tamaños y colores, dispuestas a darle una nueva apariencia. Al principio Sara se rehusó un poco, pues odiaba que los demás pensaran y tomaran decisiones por ella, pero en cuanto les compartió a las princesas lo rara que se sentía al aceptar tantos gestos dulces de parte de ellas y de su familia, las princesas, que Sara podía jurar que eran gemelas, dejaron escapar una risilla, de esas como cuando un niño sabe algo que tu ignoras.
- Lo que sucede es que nuestro hermano está enamorado de ti- dijo Analisse, cubriéndose la boca mientras seguía riendo, como si eso fuera a ocultar el hecho de lo extraño que aquello sonaba, y no porque Sara fuera ajena a tener pretendientes, más bien porque acababa de conocer al sujeto.
- Pero... apenas hemos hablado.
- ¡No es romántico! - añadió Edeline, ensoñada.
- La verdad, no. De hecho, es raro.
Las princesas la miraron como si les acabase de poner una maldición.
- ¿Acaso no crees en el amor verdadero?
- Sí... pero en lo que no creo es en que alguien se pueda enamorar TAN rápido de otra persona, eso solo pasa en los...- Sara torció los ojos, tratando de inventarse un pretexto para no repetir lo de "cuentos de hadas"-, eso solo no pasa.
- Pero a nuestros padres les pasó- repeló Edeline, con mirada de cachorro a punto de llorar-. Papá conoció a mamá en una visión que le mostró el Hada Lilac, quien luego lo llevó hasta el castillo para que despertara a nuestra madre con el beso de amor verdadero.
- Si... recuerdo el ballet... digo, la historia, y técnicamente las hadas se llevaron todo el crédito.
- La Reina Blancanieves también despertó gracias a un beso de amor verdadero- intervino Analisse.
- Y la reina...
- ¡Ok, ok, ok! Ya entendí su punto, aquí el amor a primera vista existe.
- ¡Sí! - gritaron en unísono las princesas.
- Pero que exista no significa que a mí me pase.
- ¿No sientes nada por nuestro hermano? - preguntaron de nuevo al mismo tiempo, poniendo cara de puchero.
- Pues... no...
- ¡Pero él quiere llevarte al Festival de Invierno! Y eso es un paso muy importante- exclamó Analisse, demasiado segura de sí misma.
- ¿Qué es el Festival de Invierno? - preguntó Sara, esperando obtener la respuesta que deseaba.
- ¡Oh, es una celebración maravillosa! - dijo Edeline, revoloteando los brazos con demasiado entusiasmo-. El Festival de Invierno es un baile en el que los reinos vecinos visitan al reino anfitrión para celebrar las fiestas de la época, como el solsticio de invierno y la Navidad.
- Con reinos, ¿te refieres a los que forman el Imperio de Navidad?
- ¡Sí! También el Reino de la Primavera, Verano y...
- ¡Me apunto! - exclamó Sara, levantando la mano como si estuviera en clase.
- ¡Perfecto! - gritaron al unísono las princesas.
- Solo que hay un problema- interrumpió Sara, bajando la mirada-. No tengo un nombre con el que presentarme, y por mas que este agradecida por todos los vestidos que me han traído, algo me dice que estos son suyos.
Las princesas intercambiaron miradas de forma tímida, hasta que Analisse habló:
- Tengo una idea. Podemos pedirle ayuda a nuestra Hada Madrina.
- ¡Sí! - afirmó Edeline-. Ella nos ayudará a solucionar ambos problemas.
- ¿Y cómo se contacta a un Hada Madrina? - preguntó Sara, con miedo a la respuesta.
- Bueno, generalmente en un bautizo- señaló Edeline.
- O con una maldición- dijo Analisse.
- También se puede llorando- reiteró Edeline.
- Oh también...
- ¡Muy bien! - las interrumpió Sara-. Podemos intentar con la llorada.
Mientras que las princesas yacían ocultas detrás del biombo de jazmines que servía como accesoria de la habitación, Sara, sintiéndose ridícula, se asomó al balcón que daba justamente hacía el lado en el que aparecía la luna rodeada por las estrellas, y tratando de hacerlo como en las películas, subió la mirada y suspiró.
- Por favor Hada Madrina, concédeme el deseo de un nombre y un atuendo adecuado para ir al bai... Festival de Invierno, por favor.
Nada.
- Hada Madrina, te lo suplico, ayuda a esta damisela en apuros... por favor- dijo lo último entre dientes.
Nada.
- Hada, por favor- siguió hablando entre dientes-. Ayúdame solo en esta oca...
Para sorpresa de Sara, el Hada Madrina apareció en medio de la misma nube de polvo con brillos en la que había desaparecido, haciendo toser a Sara.
- Dime, querida- le dijo el hada, con una sonrisa de oreja a oreja, guiñándole el ojo como mensaje secreto de que sabía que tenían audiencia-, ¿qué puedo hacer por ti?
- Hada Madrina- se aclaró la garganta-. Por favor, ayúdame, he olvidado mi nombre y necesito uno con el que presentarme ante el príncipe, así como un vestido con el cual acudir al baile.
- Querida niña, no te preocupes más, con tres giros de mi varita mágica obtendrás un vestido digno para una princesa, y tu nombre... pienso que Elisa te quedará muy bien.
Y tal y como dijo, el Hada Madrina giró su varita tres veces sobre la cabeza de la ahora Elisa, convirtiendo sus harapos en un hermoso vestido verde olivo, con una corona de oro, joyas y guantes que le combinaban a la perfección, así como un par de zapatillas de oro que eran mucho más cómodas de lo que Elisa llegó a imaginarse.
- Ahora escucha bien querida, que toda magia viene con un precio.
- ¿Tengo que regresar a las doce de la noche?
El hada sonrió.
- No va por ahí- y acercándose lo suficiente a Elisa, el Hada Madrina le susurró al oído-. El vestido que te he dado es un traje mágico que se ajusta a lo que necesites, puedes usarlo cuantas veces quieras, sin embargo, hay un pequeño detalle que omití decirte antes.
- ¿Qué tan pequeño? - preguntó Elisa, con nervios.
- Si en tu travesía llegas a olvidar tu nombre verdadero, ya no te será posible regresar a tu mundo.
- ¡¿Qué?!
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El Bosque Encantado: Un secreto congelado
FantasíaCuando Sara, una joven escritora de fantasía, viaja a Viena para la presentación de su reciente novela, se pierde entre los pasillos de la biblioteca de la ciudad y cuando por fin encuentra la salida, ya no regresa a Viena sino al Bosque Encantado...