Los Monstruos Son Ellos.

Labios

Labios rojos y rotos...
Por cada palabra que murió entre ellos. Por cada suspiro que los hizo palidecer y por cada lágrima que los empapó.

¿Quién es el dueño de esas grietas? ¿Por quién tus labios tiemblan?
¿Quién es el que los sella?

Si mis labios no escocieran hablaría. Si no detuvieran mis gritos sería libre. Si fueran otros, cantaría.

No, no, no, ¡No!

¡Están rotos! ¡No los escuches, sus sonidos también lo están! ¡No sirven! ¡Cállalos!

No tienen nada nuevo que agregar.

Pero... ¿cómo tú pudieras cerrar las grietas si ellas no hacen más que molestar?
La costumbre lo hace más llevadero... en realidad no, arden como el primer día. Pero qué más da...

¡Un beso! ¿Crees eso? ¿Y las mariposas? ¿Volveran a salir de mi boca? Revoltosas, las recuerdo, oh, sí, ya las extrañaba demasiado, sus colores y las cosquillas que me hacían en la nariz...

Pero sanarlos también duele y las cicatrices tardan en desaparecer o incluso, algunas nunca lo hacen. Pero cuando se enamoran otra vez los labios toman un matiz rosado que madura y los vuelve... ¡rojos!

¡Nunca vuelvas a topar mis labios!
Nunca vuelvas a tapar mis labios con tu dedo, ni señalarlos de inútiles o de pasivos. Mis labios no son eso, ellos son olas bravas y no las puedes domar. Mis labios ahora vibran, ríen, bailan y casi nunca vuelven a doler.

Ya mis labios no son los mismos, no tienen ese contorno infantil, ahora son más fuertes y no se cierran cuando a alguien le parezcan ruidosos. Ahora mis labios ayudan a otros y se funden con otros que saben a miel.

Mis labios rojos, se empapan solo de placer.

¿Quién para romper otra vez mis labios? Nadie, nunca más los dejaré palidecer.

¡Si quieres callar mis labios, primero me tendrás que matar!