Capítulo 9: Auto-sabotaje

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Punto de vista de Kim Hongjoong

Habían pasado cinco meses desde mi encuentro con Vernon.

No había vuelto a saber de él ni me lo había encontrado en el cementerio en las siguientes veces que visité a Baekhyun. Aquello me tenía tan intrigado como curioso, ¿a caso había decidido no volver para no cruzarme?

En esos cinco meses habían ocurrido bastantes cosas. Entre ellas y la más importante, conocí al padre de Mingi. Aquella tarde fue sumamente nerviosa para mí, tenía miedo de la reacción que el señor Song podía tener de mí.

¿Y si no era lo suficientemente bueno para su hijo? ¿Y si se molestaba por ser una persona de clase media? ¿Si me creía poco? Tenía muchas dudas, más todos mis miedos se disiparon a las pocas horas de conocer al encantador hombre.

Mingi me lo había descrito algunas veces como alguien duro, firme y que siempre obtiene lo que quiere, pero aquel hombre tenía más la personalidad de uno de esos padres cariñosos de películas, que son amanles y atentos con cualquier invitado. Tenía un sentido del humor muy parecido al de su hijo y además era muy joven, por lo que no se me dificultó tanto establecer una conexión con él.

En esa cena, Mingi decidió contarle sobre nuestra relación. No estaba de acuerdo con ello porque pensé que era muy pronto, pero él dijo que se había dado cuenta de ello con tan solo vernos entrar, ya que Mingi no era de presentarle cualquier persona a él, su único familiar.

Con el pasar de los meses me volví muy cercano a mi suegro. Ambos teníamos gustos en común, como el tipo de películas románticas antiguas que nos gustaba ver. Éramos dos idealistas del amor, por lo que a esas alturas ya lo consideraba casi como mi padre, el que había perdido hacía años por culpa de su egoísmo. Éramos igual de sensibles, la tarde en la que me contó el dolor que atravesó perdiendo a su esposa me hizo llorar mucho. Entendía más que nadie su sufrimiento, yo había pasado por lo mismo.

Preferí no platicarle sobre mi historia con Baekhyun, aquello no era algo que compartiera con cualquiera. Tan solo Mingi y Dahyun lo sabían. San, Seonghwa y Yeosang tenían una leve idea, debí mencionarles parte de la historia cuando comencé mis terapias, pero no necesitaban saberlo todo y ellos lo respetaban. Entendían que era algo muy personal, por lo que no me precionaban para que les detalle lo que era obvio.

Corría octubre de ese año cuando me encontraba en mi automóvil volviendo de terapia a casa. Sí, mi automóvil. Confieso que cuando Mingi me dijo que tenía un regalo de cumpleaños adelantado para mí jamás espere aquello. No lo sé, en los cumpleaños se regalan flores, chocolates, ropa. Pero, ¿un auto?

Luego de estacionar en la cochera, me encaminé dentro de la mansión. Casi instantáneamente después de quitarme los zapatos en el vestíbulo, un delicioso aroma a pan y chocolate inundó mis fosas nasales. Como hipnotizado, caminé por los pasillos siguiendo el rastro de aquel olor hasta llegar a la cocina, en donde pude visibilizar a Yizhuo.

¡Ningning! - Dije con alegría. Ella volteó la mirada al escucharme y sonrió. - No sabía que estabas aquí.

Hola, ¿Cómo estás? ¿Tú no volvías más tarde? - Preguntó entre curiosa y un poco nerviosa.

Pues sí, pero mi sesión terminó antes. - Le expliqué con calma. Ella asintió y en aquel momento me di cuenta de que algo marchaba extraño. -¿Qué estás cocinando? - Pregunté acercándome, pero ella rápidamente bloqueó mi visión detrás suyo, como si escondiera algo en la encimera.

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