Capítulo 8: Once margaritas

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Punto de vista de Kim Hongjoong

Un tiempo después

¿Cómo ha estado tu semana, Hongjoong? - Preguntó la mujer de mediana edad. Me removí en el amplio sofá en el que estaba sentado, suspirando ligeramente.

Confusa. - Respondió mientras bebía de su café. El consultorio de la terapeuta tenía un ambiente sumamente acogedor, con una iluminación cálida que brindaba una sensación de tranquilidad y paz. - Hoy es quince de marzo.

Lo sé. - Ella sonrió mientras acomodaba sus lentes redondos de lectura en sus ojos. - ¿Ya has tomado una decisión respecto a eso?

Suspiré mientras dejaba la taza de café en la pequeña mesa baja que había entre ambos sofás, llevándome las manos a la cara. Mi cabeza estaba sumergida en dudas desde hacía días.

Cada quince de marzo me encerraba en mi habitación a llorar. - Le dije con pesar.

¿Lo harás este año tambien? - Preguntó curiosa. No había regaño en su voz, nunca. Aquello me hacía sentir sumamente calmado.

Apreté los labios con intriga.

Realmente no quiero, quiero cambiar esa rutina. - Dije mirándola a los ojos. La mujer sonrió con amplitud.

Solo te daña peor. - Dijo a favor de mi respuesta.

Llevaba un tiempo en terapia y, como nunca creí, tanto Mingi como Dahyun tenían razón. Aquello me ayudaba bastante a controlar mis ataques. Llevaba limpio desde la primera cita con Mingi. Tampoco había sentido la necesidad de hacerlo, lo que realmente me tenía sorprendido.

La mujer y yo hablamos por largos minutos. Aunque en un comienzo me había costado en demasía abrirme con ella, con el pasar de las sesiones todo había mejorado. Me sentía en confianza, sabía que todo lo que hablaba en aquella sala se quedaba allí, y eso me brindaba mucho reconfort.

La sesión transcurrió con normalidad y las dos horas se pasaron volando. Estaba por levantarme para marcharme, pero me detuve.

Entonces. ¿Tú crees que deba ir? - Le pregunté por enésima vez. Ella me dedicó una sonrisa comprensiva.

Si sientes en tu corazón que estás listo, es el mejor momento. - Me dijo con voz calmada.

No lo sé, aquel lugar me da náuseas de solo pensarlo. - Murmuré tomando del café, del cual ya casi no quedaba líquido.

Bueno, nunca has estado ahí. - Se rió, y no pude evitar hacer lo mismo. - Toma la decisión que creas correcta, Hongjoong. - Me explicó tranquilamente. Mis ojos inevitablemente se aguaron.

Gracias, noona. - Le dije con sinceridad. Ella posó una mano en mi hombro, sonriendo.

Me cuentas que tal en la siguiente sesión.

El frío me dio a la cara en cuanto salí del consultorio, por lo que me dirigí con rapidez al carro que me había prestado Mingi para entrar en él y encender la calefacción, frotando mis manos para calentarlas. Pronto me marché de aquel consultorio para dirigirme a la mansión. Necesitaba cambiarme de ropa, y luego de tanto tiempo juntos, realmente pasaba más tiempo en casa de mi novio que en el apartamento, por lo que el clóset estaba lleno de prendas mías.

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