Si me dais unos pocos segundos os explicaré como es mi vacío:
Imaginaos un espacio amplio, brillante, lleno de joyas de todo tipo. Las paredes, el techo y el suelo hechos de oro. Rodeados del tintineo de las monedas y olor a metal.
Pues bien, ahora poco a poco por un hueco que sin querer hemos hecho al caminar, todo se va perdiendo. Las montañas de tesoros van menguando, el oro desaparece por la erosión y el brillo se apaga lentamente.
Mi vacío es el momento exacto en que trato de parar con mis manos el desastre. Aunque para ser exactos no es tan vacío ya que queda lleno de apatía, de indiferencia, de desgana y ¿para qué?
Todo me da exactamente igual y lo peor es que cuando creo que podría volver a haber algo reluciente, me acerco y resulta ser pirita... pienso, pues comencemos con esto.
Poco a poco pinto las paredes que, aunque no son de oro tampoco son carentes de vida y crearé montañas de pequeñas y modestas sonrisas. Los olores serán detonantes de recuerdos y las brechas andadas servirán para recordar que siempre se puede volver a comenzar, así quizás esta vez valore mi vacío
ESTÁS LEYENDO
Microrrelatos
RandomCada miércoles subiré un relato corto. Serán diferentes temática.