Capítulo 6: Volviendo a mí.

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"Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos"
Pablo Neruda.


Alice iba sentada en los asientos traseros con sus padres a ambos lados

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Alice iba sentada en los asientos traseros con sus padres a ambos lados. No podía evitar que su mirada estuviera fija en el chico que conducía. Todos estaban en absoluto silencio, de su boca no salía ninguna palabra, pero en su mente se estaba armando una revolución.

¿En qué momento dejó de esperar el regreso del amor de su vida?

¿Por qué lo hizo si desde el momento en que se marchó estaba decidida a esperarlo el tiempo que hiciera falta?

El auto se detuvo y automáticamente Alice dirigió su vista al jardín de tulipanes que veía a través de la ventanilla. Sonrió alegre porque aún vivían en la misma casa que recordaba.

Al bajar del auto con la ayuda de sus padres vió a Ellie y su abuela esperando su llegada en el porche de la casa.

Una salada lágrima se escapó de sus ojos al pensar en su abuelo, de haber estado ahí hubiera salido corriendo, aún con el problema que presentaban sus rodillas, para envolverla en sus brazos.

¿Cómo aguantaría ver a su abuela sin la presencia de su compañero de vida a su lado?

—Aquí estamos, pequeña—le hizo saber su padre.

Alice se aferró a él como una persona que estaba al borde de la muerte y se aferraba a la última esperanza de vivir.

—No podré con esto—susurró entre sollozos.

—Mírame pequeña—le pidió su padre con las manos en sus mejillas obligándola a mirarlo a los ojos—. Sí vas a poder. Nosotros estaremos a tu lado en todo momento. No olvides eso.

Las palabras del médico volvieron a la mente de Alice: “Si nos rendimos hoy, ¿de qué sirvió el esfuerzo de ayer?”

Por ese motivo se obligó a sonreír por estar de vuelta a su casa, por haber sobrevivido al accidente cerebrovascular, porque la atendió  un médico excelente y profesional. Por tener una familia que desbordaba amor y por tener a Aidán. Alice no recordaba por qué dejó de esperar su regreso, pero sí recordaba lo que sintió cuando lo vió en el sillón del hospital tocando con la guitarra la primera canción que compuso inspirado en ella.

—Sí podré—expresó tomando una respiración profunda.

—Todos confiamos en ti—confesó Aidán dedicándole una sonrisa.

A pesar de saber que ya no lo esperaba, él se había mantenido a su lado. Su sufrimiento debía ser muy grande y Alice lo consideraba.

Aunque a su mente llegaba la duda. ¿Por qué seguía a su lado?

Alice empezó a atravesar el precioso jardín de tulipanes que su madre había estado manteniendo por ella, el tiempo que estuvo hospitalizada. Cuando la chica llegó al lugar donde se encontraba su abuela, se dió cuenta de que sus mejillas estaban mojadas. Alice se apresuró a darle un abrazo, peleándose internamente porque de seguro su abuela empezó a llorar cuando la vió a ella hacerlo.

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