La colina de los recuerdos.

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-¡Debes prometermelo,Lydia!-dijo la pequeña y castaña niña mientras se sentaba frente a su igual de joven compañera.Una niña con el cabello negro lacio que le llegaba por arriba de los hombros,de tez blanca y rostro ovalado,con unos profundos y brillantes ojos amatista que iba vestida con holgadas ropas de niño.La castaña se posicionó frente a ella y le depositó una precaria pero bienintencionada corona de flores.

-¡Serás la mejor caballero de todo el reino,y,entonces,me desposarás!-continuó, mostrando una amplia y dulce sonrisa.La menor iba ataviada con un vestido color salmón ceñido en la cintura con pequeñas flores bordadas,más algunos volados y largas mangas acampanadas.El cabello ondulado y suelto por debajo de los hombros se agitaba con la leve y fresca brisa.

-Eso no es posible,Jazmeen!¡Tú eres de la realeza!-admitió la contraria desviando tímidamente la mirada mientras jugaba nerviosamente con sus pequeñas y algo sucias manos, pues previamente habían estado jugando en su escondite secreto;las Ruinas de Salmud,donde hacia mucho tiempo atras se erigia un templo,que fue destruido y saqueado en una guerra.Todo cuanto quedaba de él eran aquellas firmes y descoloridas ruinas a las que ya nadie frecuentaba -además,somos dos niñas.-añadió,alzando ambas manos para acomodarse la corona.

-¡Eso no importa!-le espetó la menor,mientras ponía sus brazos en jarras.
-Mis órdenes son absolutas,¡no oses contradecirme!-dijo con algo de enfado y frunciendo ligeramente el ceño,se arrojó a modo juguetón sobre la pelinegra y ambas cayeron de espalda sobre la hierba.Jazmeen se apresuró a voltear y,acercándose lentamente,aepoyo la cabeza sobre el pecho de la joven,que respiraba entrecortadamente-Yo soy tuya,lydia.No me interesan mis pretendientes,o los muchachos que mi padre,el rey,pueda presentarme-mencionó suspirando en tono cansino y triste,acurrucándose aún más en el pecho de la contraria.

-prométemelo...-dijo aferrándose aún más a ella,negándose a soltarla-que vendrás por mí cuando pasen diez años y seas la mejor...-.Lydia sonrió y le besó la frente.

-Te lo prometo-afirmó la contraria, irguiendose lentamente-lo haré...-decía mientras acariciaba cariñosamente el cabello suave y ondulado de la joven princesa-siempre has sido muy caprichosa.Está claro que no puedo llevarte la contraria -dijo echándose a reír sacudiendo su cabeza.-Comienza a hacer frío,pero te abrazare-murmuró la pelinegra volviendo a sujetar a la princesa procurando transmitirle su calor.
-No lo olvides,lydia,porque si lo haces,te buscaré,te encontraré y te lo recordaré-murmuró jazmeen a su oído y luego la besó en la mejilla.
-Eres adorable-confesó con una voz suave y melodiosa.
Aquela fue la última vez que Lydia vería a Jazmeen.Una gran guerra se encargaria de separarlas y el padre de la pelinegra,un humilde servidor del rey,encargado de los establos y de aquellos nobles animales,la enviaría a otra comarca,otro reino donde la guerra no pudiera seguirla y poder ponerla así a salvo.Lydia era hija única y solamente eran ella y su padre.Pero debido a su fuerte lealtad,su padre optó por quedarse.

-¡Vete lydia!¡Obedeceme,es una orden!¡Soy tu padre!-y entregandole un bolso le acarició la cabeza cariñosamente-Hazte valer mi pequeña.Sé fuerte.Te entrego todo cuanto de valor poseo para que puedas sobrevivir.-dijo ajustando otro bolso más grande al costado de la montadura del caballo.Y partiendo al amanecer en el caballo más veloz de la casa real,lydia fue obligada a marcharse,entre llantos y negativas,sin poder encontrar siquiera a su joven princesa,ni la ilusión de poderla llevar junto a ella en ese intrépido y largo viaje.
Con lágrimas en los ojos y la promesa de regresar cuando todo se hubiera calmado,lydia se marchó y volteó únicamente una vez,para ver arder a su comarca y así diez largos años habrían de pasar nuevamente.

-¡Amethyst!-llamó el herrero mientras blandia entre sus gruesos dedos y callosas manos una espada recientemente forjada en el aire.-la que me pediste,hecha especialmente a medida-dijo el herrero inflandose de orgullo,mientras secaba con el dorso de su mano libre,la frente empapada en sudor.Al ver que no había respuesta volvió a hablar.-¡Eh,amethyst!la esp-.no pudo continuar ya que sus palabras se vieron interrumpidas abruptamente.

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