I.

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Las estrellas brillaban tanto esa noche...

Aunque en realidad Taehyun ni siquiera prestó más atención de la debida al detalle. Se había acostumbrado a pasar por alto tantas cosas y sólo enfocarse en lo verdaderamente importante, ahorrándose las energías de sobrepensar...
Al igual que de levantarse de la cama, terminar los deberes del hogar, socializar y prepararse una comida decente.

Yeonjun le había llamado "depresión", pero el pelirrojo sólo lo tomó por tonto. Sin embargo no desechó la idea. Al pasar ya dos años la sensación de vacío se había hecho tan familiar que incluso formaba parte de sí.

Dos años. Se sentían muchísimos más. Dos otoños llenos de arrepentimiento y melancolía.

Precisamente ese frío mes de Agosto presagiaba un aniversario más de su desgracia, y cuando Taehyun se hundía al pensar en eso su amigo le aconsejó despejar su mente de cualquier idea.

Así que ahí se encontraba, de pie iluminado por las brillantes luces de una discoteca que anunciaba “Magic Island”. El chico ni siquiera recordaba haberse pasado por un lugar similar, mucho menos sin compañía. Pero tal vez Yeon tenía razón y no sería una mala idea experimentar.

¿En realidad estaba tan perdido como para actuar como un títere? Por supuesto. Pues en algún momento creyó que tenía su vida resuelta después de haber conseguido lo que quería. Pero el destino da muchas vueltas. Esperaba que el universo lo hubiese perdonado ya, se encontraba tan desintegrado que no le quedaba más que ofrecer.

Sacudiendo su cabeza como para apartar sus pensamientos soltó pesadamente el aire contenido y se dispuso a entrar.

Resplandecientes luces color azul, cuerpos moviéndose de un lado al otro y vasos desechables vaciando su contenido en el acto. No, definitivamente no era su ambiente. Pero quería darse una oportunidad. Después de todo, una buena manera de olvidar era creando una atmósfera nueva.

La música era lo suficientemente alta como para ni siquiera poder oírse a sí mismo. Reconocía el ritmo al escucharlo con bastante frecuencia en la habitación de Yeonjun. Juvenil, atrevido. Nada que ver con la música clásica que él prefería utilizar para estudiar.  Le invitaba a bailar, no podía negarlo, pero era también muy torpe para eso. Quizá con un poco de alcohol en su organismo podría animarse, pero por el momento se dedicó a observar.

Ni un rostro conocido, algo que le pareciera familiar. ¿Podría hacer algún amigo en un lugar como ese? ¿Conocer a alguien nuevo? ¿Entablar una conversación? Esperaba al menos intercambiar un saludo en toda la noche, porque de lo contrario su visita al lugar sería inútil y se juraría no volver a pisar ningún sitio parecido.

Se estiró un poco para visualizar de lleno el lugar, y logró encontrar una mesa vacía al otro lado del recinto. Cuando se dispuso a caminar la cabina pasó la canción, y entre pequeños gritos de emoción una gran parte de la audiencia se reunió en el centro del salón. Por supuesto que Taehyun también reconoció esa melodía, y embargado por la curiosidad se acercó también antes de dirigirse a tomar asiento.

Las luces se movían al ritmo exacto. El volumen era el suficiente. El lugar elegido le brindaba la vista perfecta y a pesar del movimiento algo desenfrenado de la gente parecía que el tiempo se hubiera detenido para siempre.

Justo ahí, en el centro, rodeado por más chicos en su mismo estado se encontraba él. Su acción y su motivo. La razón de sus males y del dolor que comenzaba a hacerse camino en su pecho, al igual que los nervios en su estómago.

Ahí estaba Choi Beomgyu, moviéndose al ritmo, cerrando sus ojos, riéndose de vez en cuando y sintiendo la música. Después de tantos días, semanas, meses, lo había encontrado de nuevo. Porque claro que lo hubiese encontrado aunque el lugar estuviese colmado de gente. Su pequeño niño, aquél al que había dedicado tantas lágrimas y desvelos. Ahí, en medio de todos, luciendo tan alegre y lleno de vida. Una gran diferencia a la última vez que se encontraron, pues se miraba verdaderamente emocionado, radiante. Sobre todo, sonriendo. Una sonrisa amplia, hermosa.

Y eso sólo le dió paso a una verdad que le costaría mucho trabajo reconocer.
Lucía tan feliz ahora que estaba sin él.

Al momento ni siquiera supo cómo reaccionar. Es como si se hubiese paralizado.

Había incluso fantaseado con ese reencuentro demasiadas veces para ser honesto. Pudo ser en el trabajo, en la escuela, en alguna exposición de arte o en un café. Pudieran haber chocado, coincidido en el bus, o bien reunido en el mismo parque de siempre. Miles de escenarios cruzaron por su mente, pero la realidad definitivamente lo había sorprendido.

Jamás se imaginó encontrar a Beomgyu en un sitio como ese, pues no lo recordaba tan extrovertido a decir verdad. Tampoco recordaba que el castaño supiera bailar. Ahí se dió cuenta de que el tiempo no corre en vano, y que lo que creía conocer de Beom ahora sólo se trataba de un vago e incompleto recuerdo.

Su ex pareja se veía tan bien que incluso le enojó un poco. ¿Él había provocado todo eso? ¿O es que simplemente ya lo había botado de su vida?

Tantas preguntas se formularon en su cabeza, pero terminaron casi al mismo tiempo que la música. Fue entonces que la gente se disipó un poco y el mayor bajó de la pequeña pista y caminó al lado de Soobin, su mejor amigo. Persona a la que Taehyun también recordaba, aunque no con tanto detalle.

El destino es bastante caprichoso, desafortunadamente nunca estamos listos para el siguiente paso.

Y los chicos tampoco lo estuvieron cuando al girar en una esquina se encontraron frente a frente, tras haber pasado tanto tiempo desde la última mirada. Ahí estaban nuevamente, perdiéndose en los ojos del otro, dejando que los recuerdos azotaran tan rápido como una película y la realidad se disipara por un momento. No palabras, no movimientos. Sólo el tiempo congelado al igual que sus cuerpos.

Beomgyu no pudo evitar soltar una lágrima.

𝙎𝙖𝙫𝙚 𝙮𝙤𝙪𝙧 𝙏𝙚𝙖𝙧𝙨 ; 𝙏𝙖𝙚𝙜𝙮𝙪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora