Gaara // Naruto

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Parte 1

Nervioso era decir poco, ansioso y hasta desesperado, eran las emociones que embargaron el corazón de Gaara, pronto sería desposado cómo primer consorte por la Emperatriz de Oriente, la mujer más poderosa de todo el continente, aquella que luchó codo a codo con sus soldados para forjar alianzas y unir a los pueblos.

Era de esperar que el joven no supiera cómo sentirse, si bien escuchó muchas historias de su prometida, nunca la había visto, y las descripciones eran tan variadas que le era difícil hacerce de una imagen mental de ella, mientras había quien decía que era tan hermosa como un capullo de cerezo, había quien destacaba la ferocidad casi felina de su mirar, y como leona en cacería, se alcanzaría a su presa directo a la yugular.

Fascinado y aterrorizado por partes iguales decidió no profundizar más en sus pensamientos, este sería el día de su boda, ya no había marcha atrás.
Como hijo único de los reyes de Suna debía entregarse a su destino sin dudas de por medio, el mundo era gobernado por mujeres fuertes y aguerridas y todas sus hermanas pertenecían a los altos mandos de la fuerza marcial de su país, era de esperar que fuera entregado como alianza a la nueva emperatriz, quién le mando decenas de presentes, así como su traje de bodas.

Una vez ataviado se dio inicio a la ceremonia, durante la misma él tenía que mantener un velo color rojo con exquisitos bordados en tinto y negro, que simbolizaría la unión de ambos reinos.

Mientras la fiesta era de júbilo y dicha para los dos pueblos, Gaara se sentía decepcionado, su prometida decidió portar también el traje tradicional de su natal ciudad el cual constaba de un manto de color tinto que la cubría de la cabeza a los pies, no podría ver su rostro hasta terminada la fiesta, y eso lo llenaba de frustración.

A pesar de usar él su velo este era traslúcido, pero el de ella era tan denso, que dudaba si realmente veía algo a través de el.
Compartieron mesa y creyó que al comer o beber le vería, pero en ningún momento ella hizo por comer o beber, menos retirar su velo.

Con ojos entre cerrados vió como un joven alto y rubio de ojos color zafiro se acercó a su ahora esposa, un hombre imponente así como musculoso, sus hermanas hicieron bien al describirlo, se trataba del comandante de su ejército, el hombre de más confianza que su emperatriz tenía, cosa que era demasiado raro, ya que aún que no había mucha distinción entre hombres y mujeres, los primeros difícilmente se enlistaron en el ejército, siempre se quedaban al cuidado del hogar así como del campo. Pero había algo en los ojos de ese hombre que le parecía bastante familiar, casi como un recuerdo enterrado, sin embargo la forma en que parecían hablar le distrajo de intentar recordar.

Este hombre era todo lo opuesto a lo que se esperaba de un buen hombre, empezando por su cuerpo bien entrenado y cabello corto, Gaara se preguntó por un momento si debía preocuparse por la cercanía que parecía tener con su esposa. Le hablaba al oído y ella asentía con la cabeza, y este le veía con intensidad, tanta como si supiera dónde se encontraban sus ojos exactamente. Él miró en su dirección y volvió a susurrar a un más cerca de su esposa, con sonrisa zorruna se retiró apenas un metro de ella.

A los pocos segundos ella le dió una orden y la música paró, extendió su mano hacía Gaara, quién tembloroso la tomó, y se levantaron.

-Es hora de la consumacion de matrimonio, nos retiramos, pero por favor, sigan celebrando hasta el amanecer.-Dijo la Emperatriz con voz firme.

-¡Por los emperadores de Oriente! -Gritó con entusiasmo el rubio.-
-¡Por la venida de una heredera!-Gritó la madre de Gaara-

Y entre aplausos y silbidos fue que la pareja de recién casados abandonaron el salón principal para dirigirse a la alcoba imperial.
Una vez dentro Gaara sintió el corazón en la boca, en casa le instruyeron cómo debía complacer a su mujer, pero sus nervios eran tanto o más fuertes que sus ganas de verle el rostro.

Sakura-MultiShipperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora