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Jungkook

—¿Más? —Taehyung me tiende la cafetera mientras hojeo algunos de los extractos de ganancias del club.

—Sí. —Dejo que me llene la taza. Anoche nos quedamos hasta tarde en el club. Yoongi tardó casi una hora en ponerse y quitarse toda la ropa que había comprado para él, y hubo muchos interludios de vapor mezclados. No puedo quitarle las manos de encima. Soy como un maldito animal cuando se trata de él. Me lamo los labios, todavía complacido de tener su sabor débilmente a lo largo de mi boca.

—¿Dónde está el chico? —Pregunta Taehyung.

—Durmiendo arriba, y se llama Yoongi. —No pongo ningún filo en mi tono, pero me da un asentimiento escueto.

—Bien, Yoongi. No es Myo, por cierto.

—Lo sé. Empezó a decirme su verdadero nombre y luego lo cambió por Myo, como dije. Así que al menos sé que empieza por M-I. Eso es todo lo que tengo para seguir.

—Fui al refugio como me pediste, casi me revienta la cara una vieja con un bate.

Sonrío. —Hye.

—Sí. No quiso darme ninguna información sobre el chi- Yoongi. —Se corrige. —Pero cuando le dije que trabajo para ti, se aflojó un poco.

—El dinero hace eso.

—Cierto. —Se sirve una taza y se sienta en el sofá frente a mi escritorio. —Dijo que apareció hace unas semanas. Llegó con un bolso Gucci y algo de ropa elegante, pero sin un centavo a su nombre. Hye incluso dijo que Yoongi no parecía tener ni idea de lo cara que era su ropa ni de lo que costaban las cosas.

—Interesante.

—Muy. —Está de acuerdo. —Hye cree que viene de alguna familia rica que lo mantenía en secreto por alguna razón desconocida. Y… —Hace una pausa y da un sorbo a su café. —No lo dijo abiertamente, porque supongo que no quería romper ninguna confianza con Yoongi, pero dio a entender que Yoongi había estado como herido. —Señala su cabeza. —Aquí arriba. Emocionalmente o lo que sea.

Mi mandíbula se aprieta, mis manos se cierran. —¿Cómo?

Se encoge de hombros. —No lo sé, jefe. No dijo nada más excepto que Yoongi es un chico hermoso, pero puede ser un poco… —Baja la mirada. —Hubo una palabra que ella usó. Cuerpo algo. ¿Cuerpo disléxico?

—Dismórfico. —Joder. No es de extrañar que pareciera tan devastado cuando ese idiota de Sook le dijo una mierda.

No sé por qué, pero supuse que él sabía que Sook hablaba mal para sacarme de quicio. Habría dicho lo mismo a cualquier chico que subiera a ese escenario.

—De todos modos, dijo que Yoongi es sensible, y que su pasado lo ha hecho extra sensible sobre su cuerpo dis… —Me mira interrogativamente.

—Dismórfico.

—Claro. Eso. ¿Qué es eso?

—Es cuando a alguien le han dicho que tiene un aspecto determinado, pero es mentira.

Me lanza una mirada irónica. —¿Así que cuando la camarera a la que he intentado dar un paseo me dijo que parecía un coyote de dibujos animados, solo intentaba darme la dismorfia?

—No, ella estaba tratando de darte una pista. —Le sacudo la cabeza.

—Soy un tipo guapo. No te preocupes. Tengo la cabeza bien puesta. —Asiente para sí mismo y bebe más de su café.

Quiero a Taehyung como a un hermano, pero eso no significa que a veces no quiera agarrarlo y sacudirlo. Como ahora mismo. Pero dejo eso de lado y trato de continuar esta conversación sin violencia.

—¿Algo más del refugio?

—No. Hye no es del tipo habladora. Con lo del bate y todo eso. La única otra información que me dio fue que confirmó que Yoongi dijo que venía de Chicago. Pero eso es todo.

—Así que no estamos más cerca de averiguar quién es realmente. —Intento pensar en las razones por las que no me diría la verdad. Debe estar huyendo, escondiéndose; el primer instinto de Hye no estaba equivocado. Esa mujer conoce a la gente, sobre todo si ya se ha dado cuenta de que alguien del pasado de Yoongi lo ha estado hiriendo con palabras crueles y mentiras descaradas.

—¿Quizás puedas intentar preguntarle a él la próxima vez que estén, eh, indispuestos? ¿Es así como se dice?

—Voy a intentarlo. Pero está asustado. No lo culpo. Está claro que ha estado encerrado en el mundo. —Me paso una mano por el pelo oscuro. —Es un milagro que no lo haya asustado ya.

Taehyung se encoge de hombros, cuidando de no estar de acuerdo ni en desacuerdo con mi valoración. Puede que no sea bueno con las palabras, pero me conoce y a mi temperamento.

—Pasemos a algo con un poco más de peligro, ¿Eh? —Termina su café. —Sook ha estado hablando mal de ti por la ciudad desde que nos tiramos en el club la otra noche.

—¿Qué dice?

—Dice que ha sacado lo mejor de ti.

—¿Lo dice a través o alrededor de su nariz rota? —Flexiono el puño al recordarlo. Dios, el sonido del hueso rompiéndose fue como una sinfonía. Taehyung suelta una carcajada. —Sook puede hablar todo lo que quiera. A mí me da igual. No voy a perturbar la paz por un idiota que menea la lengua. —Levanto la vista, preguntándome si Yoongi ya se habrá despertado.

Taehyung se levanta justo cuando uno de los guardias de la entrada hace sonar su teléfono.

—Voy a ver cómo está. —Salgo a grandes zancadas y oigo a Taehyung responder a la llamada.

—¿Sí, qué? ¿Quién?

Estoy en las escaleras cuando Taehyung me llama por mi nombre.

Joder, casi había llegado a la libertad. Por Yoongi.

—Jefe, tenemos problemas. —Acelera hacia mí, su rostro repentinamente serio, sin ningún atisbo de sonrisa o broma. No es una buena señal.

—¿Qué tipo de problemas?

—El Don Min acaba de llegar al club.

Me detengo, con una mano en la barandilla, y se me congela la sangre. —¿Min?—No hay absolutamente ninguna razón para que un hombre así esté en mi club. Soy grande en mi ciudad, el juego más grande que hay, en realidad. Pero tengo el hábito de hacer mi basura y mantener el resto de mi vida limpia. Mantenerme a mí mismo y a mis aliados cercanos. No me meto en el terreno de otros jugadores. Y seguro que no me meto con capos de Chicago. —¿El Don Min? —Vuelvo a preguntar.

—El Don de Chicago, sí. Maldita sea. Creo que hemos descubierto quién es. Maldita sea, esto es malo. Si esto es lo que creo que es... Es jodidamente malo. —Mira hacia las escaleras.

Sigo su mirada y solo alcanzo a ver a Yoongi mientras se da la vuelta y corre.

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