07

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Jungkook

Corrió. Debería dejarlo escapar. Pero hay algo en mí que no puede permitirlo. Así que lo persigo y me detengo al llegar a su puerta cerrada.

No debería hacer esto. Primero, le hice una proposición. Ahora lo he perseguido como si fuera un animal salvaje siguiendo el olor de su presa.

Me enrollo la toalla alrededor de la cintura, la aseguro y abro la puerta.

Se esconde bajo las sábanas, con la manta puesta sobre la cabeza. Es adorable aunque inútil.

Mama ni siquiera levanta la vista, solo sigue teniendo sueños de gatita.

—Yoongi.

—¿Mmmm? —Hace un sonido agudo y no baja la manta.

—No tienes que esconderte de mí. —Me obligo a permanecer en el marco de la puerta. Diablos, ya he irrumpido en su habitación sin llamar; es lo menos que puedo hacer. —Baja la manta.

—No quiero que veas.

—¿Ver qué? —Cuando oigo un resoplido, dejo de lado mi tardío intento de decoro y me acerco a la cama.

—¿Yoongi, estás llorando?

—Tal vez. —Otro resoplido.

Alcanzo la manta, me detengo, vuelvo a alcanzarla y la agarro, pero vuelvo a cambiar de opinión y retiro la mano. —¿Por qué?

—Sé que me vas a despedir, así que no quiero que me veas llorar por ello. —Me siento en el borde de su cama.

—¿Por qué iba a despedirte?

Se queda callado un momento y vuelve a resoplar.

—Porque te ví. —Susurra.

Debería lamentar mis acciones, pero no lo hago. Tal vez quería que me encontrara acariciándome mientras me imaginaba enterrado dentro de él. Soy un hombre malo, que sabe lo que quiere. Pero quizás me falta un poco de delicadeza.

—No me importa que hayas visto. —No es del todo sincero, pero tampoco es una mentira. No me importa en el sentido de que no me importa. Pero sí me importa. Me importa muchísimo lo que él piense de lo que vio.

—¿No? —Sus dedos aparecen sobre el borde de la manta, pero no la baja

—No. Te quedas en mi casa. Cosas como estas están destinadas a suceder.

—¿Lo están?

Sí, es una exageración, pero quiero que se sienta cómodo. Fuí demasiado lejos cuando le pedí que se uniera. Me doy cuenta ahora, pero estaba en la agonía de imaginarlo abierto de par en par para mí, su coño mojado y listo para cada follada. Tengo que dejar de pensar así. Mi polla ya está llenando mi toalla húmeda.

—Siento si te he asustado.

—No me he asustado. —Dice rápidamente.

Eso me arranca una sonrisa de satisfacción. —¿No?

Sus dedos aprietan la manta. —Quiero decir… quiero decir, estaba, umm... estaba sorprendido. Pero no debería haber estado fisgoneando.

—Puedes fisgonear todo lo que quieras. Como mi nuevo asistente, eres bienvenido a todo en mi casa o mi negocio. Cualquier cosa. Incluyendo...

—¿Tú ducha?

—Sí. —Sé que no debería presionarlo de nuevo, pero joder, la forma en que me miró la polla mientras me apretaba... eso se me ha quedado grabado en la mente. Mi polla se engrosa aún más. Y digo lo único que definitivamente no debería decir. —Y mi cama.

—¿Qué? —Tira de la manta hacia abajo, con los ojos muy abiertos sobre mí.

—Eres bienvenido a todo lo que tengo, y eres más que bienvenido a mí. —Alargo la mano y le acaricio la mejilla.

No se aparta, y no sé por qué, pero esa simple cosa me hace ridículamente feliz.

—No voy a mentirte, Yoongi. Te quiero.

—¿Para ser tú asistente?

—Sí, pero también en todo lo demás. No es casualidad que dijera tu nombre en la ducha. Lo has oído.

Traga con fuerza. —Sí.

—Hay algo en ti. No sé lo que es. Pero quiero tenerte cerca. Y más que eso, quiero darte placer.

—¿Placer? —Susurra.

—¿Has estado alguna vez con un hombre, Yoongi? —Se muerde el labio inferior y sacude la cabeza lentamente.

No debería complacerme. Después de todo, estamos en la época moderna, y los chicos deberían tener las mismas libertades sexuales que los hombres. Pero soy un maldito bastardo porque estoy eufórico por haberlo encontrado completamente intacto.

—Esto no tiene nada que ver con tu empleo. Esta conversación, quiero decir. Esto es un extra. Trabajarás como mi asistente. Pero quiero que me prometas que si necesitas algo, lo que sea... —Miro su cuerpo oculto bajo la manta. Esas curvas podrían matar a un hombre más débil. —Vendrás a mí. Te daré lo que necesitas, Yoongi. Prométeme que me dirás si me necesitas.

—Quieres decir como... —Traga. —Quieres decir como…

—Quiero decir que quiero comerte el coño y follarte hasta que te desmayes de todos los orgasmos. Quiero introducir mi polla en tu boca centímetro a centímetro y hacer que la chupes hasta que me derrame por tu garganta. Quiero besar esa bonita boca y chupar tus lindos pezones. En resumen, quiero hacer lo que quiera contigo en todas las formas que importan. Eso es lo que quiero decir.

Sus ojos son tan grandes como platillos, y supongo que no tenía que ser tan gráfico, pero estoy hablando desde mi corazón... o tal vez partes al sur de él. Lo deseo, y aunque lo diga de forma poco elegante, consigo que se entienda.

Respira profundamente y suelta la manta. —¿Así que harás todo lo que yo quiera?

—Y más. —Me llevo su mano a la boca y le beso la palma.  —¿Hay algo que tengas en mente? —Joder, me encantaría enterrar mi cara entre sus piernas durante horas. Explorar y saborear hasta que se corra tantas veces que vea a Dios. Todo lo que tiene que hacer es pedirlo.

—De acuerdo. ¿Podría...? ¿Podría besarme?

Inclino la cabeza hacia un lado. —¿En la boca?

—Sí. —Sus mejillas se enrojecen incluso con la poca luz.

Me inclino hacia él. —¿Te han besado alguna vez, Yoongi?

Se estremece debajo de mí, mi pecho duro roza su pecho redondo. —No.

—Bien. —Digo y reclamo su boca, sin esperar ni un segundo más. Lo beso, saboreando su dulzura y provocando que su lengua salga al encuentro de la mía. Al principio me besa tímidamente, luego me rodea el cuello con las manos y responde a mis caricias, su boca se amolda a la mía mientras lo beso y lo beso y lo beso hasta que tengo que soltarlo para que pueda respirar.

Jadea, luego se levanta y pasa los dedos por sus labios hinchados. —Vaya.

Me inclino para seguir.

—Buenas noches, Sr. Jeon. —Chilla.

Me detengo. —¿Eso es todo lo que necesitabas? —Asiente, aunque veo que su mirada se dirige a mi boca. —Muy bien. —Me pongo de pie y sus ojos se dirigen directamente a la gruesa longitud bajo mi toalla.

—Oh. —Es todo lo que dice.

—Avísame cuando necesites más... —Dejo que mi mirada recorra su cuerpo. —Besos. ¿Todo bien, Yoongi?

—Sí, ah, sí, señor.

Mi polla se sacude cuando me llama señor, y se lame los labios.

Me doy la vuelta y salgo, luego cierro la puerta detrás de mí y vuelvo a la ducha. No hay manera de que me duerma hasta que me agote con la mano en la polla, las fantasías de Yoongi en mi mente y su nombre en mis labios.

doll face Donde viven las historias. Descúbrelo ahora