Prólogo

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"Así que me has invocado... Servant, Berserker. Soy la reina del Reino de las Hadas de Gran Bretaña que continúa maldiciendo la Historia Pan-Humana. Si no tienes problemas con ello, no dudaré en prestarte mi poder como tu servant. Es un hecho inmutable que soy una reina. Dicho eso, espero que trabajes como mi sirviente" delicada, pero segura, suave pero a la vez autoritaria, ese era el tipo de voz que la mujer soltaba con calma.

Una apariencia de parecía ser de la realeza misma, como justamente lo dijo claramente en palabras, una Reina sin dejar lugar a dudas. Su cabello, blanco como en su totalidad y extremadamente largo caía de la su espalda con elegancia, amarrado en la parte posterior de su cabeza con una lazo negro que contrastaba de manera perfecta con el mismo. Eso junto con una blusa blanca que cubría sus hombros y brazos, dejando que sea un vestido negro con detalles azules el que cubra la mayor parte de su deliniado cuerpo, dejando ver claramente las curvas del mismo.

Era hermosa y parecía tranquila, pero el arma en su mano derecha decía lo contrario a ello.

Ella, mirando con esa misma calma y volteandose lentamente en el proceso, le dijo aquellas palabras al chico que estaba tumbado trás de ella y esperó respuesta.

Ella, mirando con esa misma calma y volteandose lentamente en el proceso, le dijo aquellas palabras al chico que estaba tumbado trás de ella y esperó respuesta

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"¿E-eh?" llegó a articular en un leve tartamudeo. ¿Le hablaba a él? ¿De dónde demonios había salido esa mujer si hace nada estaba en el extremo equivocado de una peligrosa lanza que pretendía mandarlo a dónde quiera que sea que vayan los Shinigamis al morir?

Él había pasado por todo tipo de cosas, Ichigo Kurosaki podía decir con toda seguridad que era muy difícil sorprenderlo con algo.

Dicho eso, ahora mismo estaba más que sorprendido, estaba estupefacto, en shock; nunca pensó estarlo luego de haberlo visto todo. Ahora lo sabía, en verdad había cosas que aún podían dejarlo en ese estado.

La situación en la que estaba, era sin dudas una de ellas. Justo ahí tirado en el suelo, observaba aún incrédulo lo que pasó, ya que solo recuerda haber visto como algo se iluminaba en el lugar, un momento después esa mujer apareció y con esa malévola lanza que tenía en mano alejó al agresor que estaba por quitarle la vida.

La elegante mujer de cabello blanco como la misma nieve, y una expresión tan fría como la misma, escuchó esa vaga respuesta por parte del chico y la mirada que le daba, simplemente suspiró y volvió a tomar la palabra, sería aún más clara.

"Que sucede con esa mirada, ¿No te gusta el trato que te estoy proponiendo? ¿O acaso prefieres que te trate como mi esposo?" fué diciendo de la misma manera de manera inquisitiva, ahora dejando ver una minúscula sonrisa en sus frías facciones.

Ahora que lo veía mejor, tenía un muchacho joven y de buen porte como Master, parecía ser un humano, pero algo le decía que lo era; mejor así, no le importaba su opinión, sería su esposo desde ese momento y así lo había decidido. Era una reina después de todo, tomaba lo que quería y cuando quería.

Fate: Un Frenético DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora