CAPÍTULO 2

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Pov Volkov

Recuerdo que tenía 18 años cuando en mi primer año en la universidad llegue de visita a casa. El señor Pérez me recogió en el aeropuerto, y aún recuerdo ese día porque fue la primera vez que vi a Horacio. Él estaba corriendo por mi casa detrás de Alexandra. Recuerdo que pregunte por ese niño y el señor Pérez me confirmo que era su hijo. Era un niño inquieto de cabellos rizados. Era adorable con esas pequitas en su rostro y con los mismos ojos verdes que la señora Pérez.

- ¿Quién es ese niño? -.

-Es mi hijo, ha estado persiguiendo a la señorita desde temprano, dice que es la mejor de la familia-.

-Por supuesto...-.

Tenía curiosidad de saber sobre los betas, tenía muy pocos compañeros en la universidad y muy poca relación con ellos que nunca me había interesado en entenderlos y conocer sobre su naturaleza. En parte, porque desde pequeño las personas a mi alrededor solían darle más importancia a los alfas y omegas, aunque muchos de mis compañeros betas vinieran de familias mucho más adineradas. Informándome un poco me di cuenta que los hombres no podían quedar embarazados, a diferencia de los hombres omegas.

También me di cuenta que me había relacionado tan poco con ellos que estos conocimientos tan básicos y generales los había ignorado por mucho tiempo. Me sentía avergonzado y tonto, así que comencé a relacionarme más con mis compañeros, espero haber hecho mi mejor esfuerzo de haber tratado a todos con amabilidad y respeto. Esa fue una de las razones por la cual trate, con el tiempo, que las empresas a mi cargo estuvieran equilibradas respecto a los empleados. Desde hace un tiempo, las personas son contratadas con base a sus capacidades laborales sin importar si son omegas o alfas.

Cuando regrese a casa varios años después, Horacio ya era un joven de quince años que seguía muy unido a Alex. Incluso me entere que asistía a clases de música solo para estar con ella y eso que mi hermana lo molestaba por no tener mucho talento. Por varios años llegue a pensar que él estaba enamorado de ella. Suponía que no habría problema que estuvieran juntos, a ella nunca le habría importado las habladurías de los demás si su pareja era o no un alfa y mis padres aceptarían su relación, aunque con el tiempo entendí que veía a mi hermana como parte de su familia.

Fue por esos años que me interese en el perfume de feromonas, la línea fue un éxito con alfas y omegas lo cual permitió que me hiciera un lugar en la empresa familiar rápidamente. A raíz de eso, pasé mucho tiempo fuera de casa y las pocas veces que llegaba de visita no pude coincidir con él ya que pasaba metido en la universidad con mi hermana. Recuerdo una navidad que mis padres hicieron una gran fiesta para celebrar uno de mis ascensos, invitaron, obviamente, a los señores Pérez siendo acompañados por Horacio, cuando lo vi convertido en todo un adulto, sentí algo dentro de mi pecho que no supe cómo nombrar. Era un hombre muy masculino, con varios tatuajes y piercings a la vista, con esa mirada mucho más madura.

Sin embargo, pese a su apariencia, una parte de mi cerebro recordaba al pequeño Horacio que andaba corriendo en mi casa detrás de mi hermana. Después de esta noche me doy cuenta que él ya no es ese niño. Es todo un adulto que no tiene vergüenza de esa actitud tan descarada que mostró en mi oficina. No me molesta, para nada, pero me sentí un poco extraño.

Lo veo dormir a través de mi espejo retrovisor, él va rendido en la parte trasera de mi coche y me sorprende lo tranquilo que se ve cuando duerme. Sé dónde vive, pero mi apartamento está más cerca. Puedo dejarlo que pase ahí la noche, regresar a la oficina para no incomodarlo y volver por él en la mañana.

Una vez estamos en mi apartamento lo dejo sobre mi cama, no me fue difícil subir con él hasta aquí, soy más alto y un poco más robusto que él. Me tomó la libertad de sentarme a su lado y contemplo su rostro, aunque sin darme cuenta tocó su cabello, repartiendo algunas caricias en su cabeza. De repente Horacio abre sus ojos y se separa rápidamente de mi mano y me mira sorprendido. Igualmente, me aparto porque es más que evidente que sabe lo que hacía. Me levanto un poco apenado de lo que acabo de hacer y coloco nuevamente mi abrigo para salir de mi apartamento.

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