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Mis padres no se encontraban en las habitaciones cuando salí de mi habitación horas más tarde, tal vez se encontraban hablando con el Rey, era lo más seguro. Yo no podía dejar de pensar en las últimas palabras de mi padre, ¿qué estaba pensando Alicente?

Sonreí al ver a los niños en el salón y me acerque, sus nanas se inclinaron ante mi antes de darme el espacio. Tome a Viserys entre mis brazos, abrazándolo fuerte y bese su cabeza cuando se recostó contra mi. Aegon seguía jugando con sus caballeros de madera que alguna vez habían sido de Lucerys. Le sonreí mientras estiraba la mano para acariciar su cabeza.

—Princesa. — alce la mirada para ver a la doncella cuando me percate de la persona a su lado. Aemond entró en la sala y se bajó a nuestra altura, Aegon lo miró por un momento antes de ofrecerle uno de sus juguetes y espere a que Aemond no lo aceptara pero lo hizo.

¿Qué hacía aquí?

— Te vi volar anoche sobre la ciudad. — termine diciendo para romper el silencio que se había formado entre los dos.

— ¿Que hacías despierta tan tarde?

Viserys terminó por dormirse en mis brazos y Aegon continuó con sus juegos. No había pasado tanto tiempo con ellos desde que habíamos llegado a la fortaleza roja y me asustaba el ver lo rápido que estaban creciendo.

Y el que Aemond estuviera aquí resultaba un tanto... desconcertante.

— Yo pregunté primero.

Él sonrió levemente, hace mucho tiempo que no lo veía sonreír. ¿Que está pasando?

— Necesitaba pensar.

— Esperó que te ayudará aclarar tus pensamientos.

Esto de alguna forma se sentía como antes.

— Puede ser.

Viserys se removió, sonreí suavemente y comencé a mecerme con él para que continuara durmiendo.

— ¿Estás lista para el torneo? — cerré los ojos por un momento, lo había olvidó completamente. Se había organizado un torneo en nombre al rey y su recuperación, yo lo veía como una manera de decir que los Targaryen seguíamos al poder. En la noche se celebraría una gran fiesta por el compromiso de los príncipes.

Compromiso, la cabeza me explotaría en cualquier momento.

— Siempre estoy lista.

— ¿Escogiste a alguien? — negué divertida.

— No es asunto tuyo. — bufo y coloqué los ojos en blanco.

— ¡Emond! — chillo Aegon y choco los caballitos mientras los extendía hacia el hombre frente a nosotros.

Él miró, para mi sorpresa Aemond chocó el juguete que le había dado mi pequeño hermano con el que le mostraba. Aegon comenzó a reír.

— Vaya. — Aegon río más, abracé a Viserys y cerré los ojos mientras los escuchaba. — Eres bueno con los niños.

— Aunque no lo creas paso tiempo con los de Helaena. — abrí los ojos para mirarlos.

— Supongo que si. — se giró a verme. — Estaba pensando que podrían pasar más tiempo juntos, podrías comentárselo a Helaena.

— Hazlo tu.

— Pasas más tiempo con ella. — sonrió perezosamente. — Hazlo tu.

— Bien, lo haré esta noche. — Así que esta noche.

Las nanas de los niños entraron y él se colocó derecho de una vez, Aegon protestó a perder a quien creía su compañero de juegos. Sin decir una palabra más salió de la habitación sin mirar atrás.

AEMMA | HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora