Blonde #5

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Apenas comenzó el mes, recibió la primera nota en un sobre navideño que le desconcertó. No tenía remitente, ni fue entregado por el cartero, sino que alguien la deslizó debajo de la puerta. Se dio cuenta tarde, por lo que al abrir y buscar en los alrededores, no vio a nadie más.

Entró de nuevo, inspeccionando el sobre de colores dorados y blancos. Detrás sólo encontró que iba dirigida a "Blonde #5" de "Blonde #1". Eso ya gritaba broma por todas partes, pero igual se atrevió a echarle un vistazo, pensando que, quizá, se habían equivocado.

Caminó hacia el sofá en medio del departamento.

Recién se había mudado con Luka y apenas tenían un par de pertenencias, ya que ambos estuvieron de acuerdo en llenar el lugar de poco a poco. A Adrien le encantó la idea de trabajar duro y hacerse con sus propias cosas sin ayuda de su padre, a quien todavía le costaba aceptar su relación. Al menos, Nathalie estaba de su lado pese al malhumor del hombre. 

Con las fiestas decembrinas tan cercanas, Adrien pensó que se ablandaría un poco, pero era claro que subestimó la habilidad de su padre para enfadarse. Dios, ya eran tres años desde entonces, ¿cuándo superaría que estaba formando su propia vida a su manera?

Todo un rey del drama, pensó al tiempo que dejó escapar un suspiro.

En cuanto se sentó en el mullido mueble, abrió el sobre con cuidado. Dentro le sorprendió encontrar una de esas tarjetas navideñas que solían vender en los supermercados. Supuso que realmente alguien debió equivocarse de número de departamento y dejó sus buenos deseos en la puerta errónea. 

No se atrevió a abrirla más allá de eso, sintiéndose incómodo de leer correspondencia ajena. Volvió a guardar la tarjeta en el sobre antes de colocarla en el cajón del buró contiguo al sofá. Ya más tarde iría a recepción para entregársela al portero, de modo que este buscara al dueño de la carta.

Continuó con sus labores, tarareando una canción que escuchó el día anterior cuando fue de compras. El espíritu de las fiestas ya comenzaba a hacerse presente mientras colocaba la decoración que compró con Luka un par de meses antes. 

Esa sería su primera Navidad viviendo juntos y ambos acordaron preparar una cena con familiares y amigos para pasarla en el departamento. La mayoría estuvo de acuerdo en cuanto lo propusieron y más de uno sugirió llevar comida para no dejarles el trabajo duro a la pareja. 

Sonrió, rememorando el momento en que Luka tuvo la idea. 

Desde la muerte de su madre hacía cosa de cinco años, él fue el único que se mantuvo a su lado, firme y sin abandonarle. Estaba agradecido con él por eso y le hacía feliz tenerle a su lado, por lo que no le costó nada gustar del chico con el pasar del tiempo. 

Y pensar que creyó que no volvería a verlo luego de esa triste despedida a los trece años, pero, entre todo el desastre, logró reencontrarse con él tras volver a París. Bien decían que todo lo malo tenía algo de bueno. 

Oyó su teléfono sonar en un mensaje, distrayéndole de sus cavilaciones. Se levantó del suelo donde había estado hurgando la caja de decoraciones nuevas para tomar el aparato que se hallaba en el mueble del televisor que no tenía televisión aún. 

Arrugó el gesto al ver lo que parecía un texto de un grupo al que le acababan de agregar. No pudo ver mucho sin desbloquear la pantalla, salvo por el nombre del nuevo grupo que le desconcertó.

Blondes.

Se le hizo extraño, pero ya que su curiosidad podía más que él, deslizó la pantalla dispuesto a colocar la contraseña para saber de lo que aquello se trataba. 

Blonde (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora