Blonde (Lukadrien)

Blonde and Brunet

Un epílogo muy largo...

Diciembre. Seis años después

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—Eso es todo, pueden salir y que tengan felices vacaciones —expresó el rubio tras oír la campana de fin de clases.

Los estudiantes se despidieron de él entre sonrisas, felices por la expectativa de aquella Navidad. Mientras salían los oyó conversar sobre cenas, obsequios y salidas entre amigos que le provocaron una sonrisa.

Aquella época del año no le causaba la alegría de antaño. Los últimos años la había pasado con Chloé y el alcalde, así como en Londres con su familia. Incluso hubo una Navidad en que fue a casa de Nathalie a festejar con ella. Le gustaba disfrutar de ellos, de esas personas que amaba y le amaban igual.

No estaba seguro de si ese año debía aceptar la invitación de Chloé o de su tía Amelie. No quería viajar a Londres esta vez por la aglomeración de personas en el tren. No era agradable esperar varias horas ni que la multitud le empujara por el poco espacio en el transporte. Además, con el embarazo de Kagami, sabía que tanto ella como Félix estaban más estresados y exhaustos que de costumbre. No quería mortificarlos.

Quizá optaría por la soledad esta vez. Tampoco era tan malo, podía beber algo de chocolate mientras veía una película navideña. Los clásicos siempre estaban en televisión.

Guardó sus pertenencias en su maletín, pensando en lo que haría en caso de pasarla solo. Siempre era mejor estar solo que en medio de esas horribles citas a ciegas. En serio esperaba que Chloé no insistiera con el tema otra vez. La única vez que lo intentó fue una catástrofe y se prometió no dejarse convencer de nuevo por su amiga.

De todos modos, ¿qué tenía de malo estar solo? Le agradaba tener su espacio y no tenía que darle cuentas a nadie sobre lo que hacía o a dónde iba. Y no es como si necesitara una relación para tener sexo. Así que no le hallaba el caso a salir con personas que no quería conocer.

Expiró, tomando el maletín para salir del salón de clases.

Al menos, no tendría que ir a trabajar de allí en adelante y podría hacer otras cosas. Aunque las clases de piano particulares todavía las impartiría hasta una semana antes de Navidad, pero eran menos, podría descansar en casa con Plagg, el gatito que adoptó hacía unos meses.

Pensó en ello al tiempo que se dirigió a firmar su asistencia a la sala de profesores, no obstante, la presencia de un niño rubio viendo el tablón de avisos llamó su atención. Por un momento, el perfil de ese chico le recordó a alguien, a cierta persona que conoció a los trece años.

Se deshizo de ese pensamiento tan pronto como vino. Aquello no tenía sentido y ya estaba imaginando cosas por el frío. Entró a la habitación, saludó a unos colegas que bebían café caliente de la maquina mientras chismeaban y se dispuso a firmar la hora de clase que acababa de impartir.

Salió de nuevo con un vaso de café, acomodándose las gafas que se le empañaron por el humo que salía de la bebida.

Su oculista le recomendó usar lentes de contacto, pero ni en broma se pondría esos objetos de tortura, prefería esos anteojos que Chloé le obsequió. Eran del tipo que usaría Harry Potter, pero no le molestaban.

Estaba por irse a casa cuando el niño del tablón de anuncios le detuvo el paso. Le observó confundido, notando que tenía los ojos muy azules y su rostro completo sí le recordaba a Luka.