Capítulo 2: El navío del alba

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En la distancia, no muy lejos de vista, un inusual barco navegaba en la costa de Plymouth. Era más grande que los buques ordinarios que los ingleses utilizaban para el comercio o la guerra, y parecía construido en madera a diferencia de los navíos nacionales de acero. Por un minuto pensé que podrían ser piratas, pero habían pasado décadas desde que piratas había sido vistos en Inglaterra. No, no eran piratas.

El navío casi parecía antiguo. Narniano, me atrevía incluso a decir. Pero por razones lógicas, eso no podía ser posible.

Tenía más posibilidades de ser nazi que narniano, pero estoy bastante segura de que los alemanes tenían a su disposición tecnología mucho más avanzada para construir un intimidante buque de guerra que vieja buena madera. Además, si quisieran atacarnos, estoy convencida de que no traerían un solo activo.

Fuera lo que fuese, se acercaba sin aparente intención de detenerse en el puerto. Lo extraño fue que la gente afuera parecía no percatarse de que un barco extraño y colosal se acercaba. Ni siquiera los guardacostas parecían preocupados por el asunto.

Estaba a punto de lanzarme hacia la puerta y advertir a alguien cuando escuché que mi pie daba un fuerte ¡ploc! como si hubiera pisado un charco.

Cuando miré hacia abajo, me di cuenta del gran estanque de agua que se había formado en mi estrecho apartamento y seguía subiendo más.

–¿Qué...?

Me moví al baño para revisar si el inodoro o el lavabo tenían una fuga y estaban causando ese desorden, pero todo parecía estar en orden. El nivel del agua aumentaba bastante rápido hasta el punto en que mis tobillos se ahogaban por completo.

No pude encontrar ninguna fuente evidente de fuga más que las grietas del suelo y estaba empezando a entrar en pánico. ¿Cómo podía ser posible que el agua ni siquiera se estuviera drenando a través del espacio inferior de la puerta?

Traté de correr hacia la puerta lo más rápido que pude, pero el pomo no quería girar. Estaba atascado, y por mucho que lo forzara, no se abría.

Ahora sí estaba frenética.

–¿Qué diablos está pasando? ¡Ayuda! –grité mientras golpeaba la puerta.

El agua ya me sobrepasaba las rodillas.

Un repentino estruendo hizo que volviera a encarar la habitación inundada.

El suelo había estallado dejando un profundo hueco y un gran chorro de agua emanaba hacia arriba como una fuente. Luego hubo otro. Y otro.

El nivel del agua ahora estaba aumentando a una velocidad increíble. La mayoría de mis muebles ahora nadaban en él.

Una fuerte ráfaga de viento cerró la ventana abierta con un sordo ruido y logré echar un vistazo de nuevo a la extraña nave, que ahora estaba irrealmente más cerca que hace unos minutos. También pude ver los detalles más de cerca.

Me aferré a mi escritorio buscando equilibrio mientras el agua se abría paso hasta alcanzar mi cadera.

Miré detenidamente el barco. El frente estaba tallado en la silueta de un dragón, las velas púrpuras llevaban un símbolo dorado muy reconocible con dos leones uno frente al otro.

Sonreí al darme cuenta.

¿Podría ser realmente posible?

A medida que el agua ascendía, la imagen del barco narniano se desvaneció justo después de que la fuerte corriente me hiciera perder la estabilidad y caer en un splash.

Me preparé y tomé una última bocanada de aire antes de que el agua me cubriera por completo. Apenas podía ver nada debajo, mis ojos ardían al no estar acostumbrados al húmedo ambiente.

Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba (Peter Pevensie & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora