7. Familia y felicidad

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Y por fin el día llegó acompañado de muchas lágrimas, promesas y risas

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Y por fin el día llegó acompañado de muchas lágrimas, promesas y risas. Sentía mi corazón pleno, aunque no podía evitar que la tristeza se colara, si acaso sería posible a partir de entonces visitarlos una vez al año durante las vacaciones. Extrañaría mucho a mi familia. Desde siempre fui muy independiente, acostumbrado a hacer las cosas por mí mismo, apenas pude, dejé el hogar para vivir solo, mis padres siempre me apoyaron, pero también era consciente de que aunque no compartiera el techo con ellos, estaban cerca; pero esta vez, me iría lejos, a otro país.

Mi familia nos despidió regalándonos mucho amor. Esa vez no solo yo iba contigo, ese nuevo viaje sería para tres, una pequeña familia, un país que no era el mío, sentía temor, pero te amaba tanto que no podía detenerme a pensar que algo malo podría pasar...

» Frank empezó a bailar, cada ensayo lo emocionaba más y más, los anillos en nuestros dedos y él llamándote papá, hacían mi corazón vibrar y lo mantenían en paz. Nuestro no muy pequeño y acogedor departamento, siempre estuvo envuelto en una burbuja feliz.

Nuestro hogar era perfecto.

Cada día antes de llegar a casa, una llamada para avisar, adoraba tu forma de pedirme momentos de intimidad.

Siempre pícaro, travieso y lujurioso.

«—Pienso que debes esperarme en la cama... tú y yo tenemos unos orgasmos pendientes. Voy a devorarte entero. ¡Feliz Cumpleaños mi luna!

Emocionado, quito el envoltorio del regalo que pusiste frente a mí.

—Ábrela —me apuras.

Abro la caja y oh sorpresa, saco el botecito de lubricante y sonrío mientras te digo que creo que el regalo no es para mí.

Lo es, —me dices— ¡Dámelo!

Untas los dedos y deslizas la mano bajo la mesa. Me miras perverso, mientras tus dedos lubricados tratan de abrirse paso buscando el camino por mi glande.

Entiendo porque me pediste que solo vistiera un camisón y no usara ropa interior. —te digo mientras me deslizo hasta el borde de la silla, dejando a merced de tus dedos, el agujero, que desesperadamente buscan invadir.

El comedor olía a sexo y los gemidos batallaban por salir de mi garganta... tres dedos dentro de mí, tu aun sentado a mi derecha, el bote de lubricante sobre la mesa, la cena sin servir. Unto mis dedos con el lubricante mientras te digo,

Después de todo, puede ser que también sea para mí.

Saco tu miembro erecto de la prisión de tu bóxer y comienzo a masturbarte.

—Quiero que me masturbes despacio y luego follarte como si el tiempo no existiera, hasta el amanecer.»

«Un recuerdo tan presente. ¿Recuerdas que no podíamos estar separados el uno del otro? Cada vez que mi madre iba por Frank —para llevarlo de vacaciones— no salíamos de la habitación ni para comer. El sexo contigo nunca fue sexo. Hacíamos el amor como dos amigos, como dos amantes... cómplices eso éramos, eso seguimos siendo ¿verdad?»

Hasta mi final - HP. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora