12. Tu ropa me asusta

8 3 0
                                    

Nuestras almas siempre se han buscado, a pesar del tiempo o la distancia, y lo han hecho hasta encontrarse, una mirada nos bastó hace tantos años, para saber que estábamos destinados a encontrarnos siempre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nuestras almas siempre se han buscado, a pesar del tiempo o la distancia, y lo han hecho hasta encontrarse, una mirada nos bastó hace tantos años, para saber que estábamos destinados a encontrarnos siempre. Un amor incondicional es el que nos unió, como amigos y como amantes, y nos mantuvo así, siempre unidos por un gran amor, libre de celos, angustia, posesión o dependencia por parte de los dos, y sobre todo sin odios ni rencor.

«Con una mirada sincera vimos nuestra propia alma en la mirada del otro, eso siempre lo supimos tú y yo y nunca nadie ha podido romper nuestro lazo, porque lo que nos une es más que un sentimiento, por siempre será amor, el más puro y verdadero amor.»

Si alguien alguna vez se atrevió a preguntarme porque a pesar de todo lo que vivimos, nunca dejé de amarte, sabrá con certeza que es porque no existe en el mundo otra persona que hiciera latir tan rápido y lento mi corazón, a la misma vez. Que nadie jamás con un roce de manos ha podido hacer que sienta que no quiero soltarme y andar toda una vida pegado a ti, porque el cielo es testigo de que si alguna vez derrame una lágrima, le siguieron diez sonrisas que no dejaron ni señal de ellas.

—¿Sabes qué día es hoy?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Sabes qué día es hoy?

No lo sé.

El día en que por fin te volveré a ver.

—¡estas mintiendo Tay!...

Asómate a la ventana Mi Luna.

«Las lágrimas por mis mejillas, mi corazón a punto de estallar. La alegría infinita, todo tan difícil de explicar. Salí corriendo de la casa, descalzo y sin peinar, dos años sin verte, sentía que me iba a desmayar. Tan hermoso como siempre, Mi sol, mi Tay. Ahí estabas.»

Salté a tus brazos olvidando que era de día y la gente pasaba por el lugar. Me tomaste entre ellos y volvimos a entrar. Frank estaba con mis padres como cada fin de semana. Así que sin dejar de besarnos, caminaste hasta el sofá, suavemente dejaste caer mi cuerpo y yo aún recuerdo sentirme nervioso, tratando de encontrar las palabras exactas que describieran la hermosa sensación que me invadía, pero no me dejaste hablar, continuaste besándome. Después de tanto tiempo, mi cuerpo te reconocía y se dejaba llevar. Dejaste mis labios para formar un camino de besos empezando por mi cuello y bajando a mi pecho, mientras desabrochabas cada botón de mi camisa, cuando toda la camisa estuvo abierta, te apresuraste en retirarla y dejarla caer a un costado del sofá, los pantaloncillos que llevaba, cayeron también en el lugar.

Tu ropa me asusta te dije— y no tardaste nada en quedar desnudo sobre mí.

—Quiero que sientas que eres mío y yo de ti, tu cuerpo, tu corazón, cada uno de mis pensamientos te pertenecen solo a ti, New.

Tus labios me besaban y chupaban por doquier, mis manos buscaban tu trasero para acariciarlo con suavidad, mientras uno de tus dedos exploraba mi cavidad.

Fue una idea genial, tener sexo telefónico por la noche. dijiste y me sonroje.

—No te detengas, alcance a decir antes de que un gemido se escapara de mis labios al sentir la embestida de un dedo más.

» La espera había terminado, después de dos años ya estábamos aquí, con el deseo a flor de piel. Abrí las piernas y despejé el camino para que entraras en mí, recorriendo tu espalda con las manos, atrayendo tu cuerpo hacia el mío como queriendo fundir nuestra piel en una. Con las piernas alrededor de tu cintura y los brazos firmes en tu cuello, buscaba con desespero tu boca y justo cuando la encontré, con una fuerte estocada tu pene entro dentro de mí, me penetrabas con calma. No existía ninguna meta, simplemente disfrutarnos y compartir nuestro placer. Con un rápido movimiento cambiaste nuestra posición, dejándome sobre ti. Ayudado por mis brazos y piernas, subía y bajaba por tu erección, notando cómo tus manos se anclaban fuerte a mis nalgas. Nuestro calor no hacía más que ascender. En movimiento, en sintonía sin esfuerzo nuestros cuerpos disfrutaban, con miradas intensas y sonrisas traviesas. Nos amamos con fuerza. Mi placer y el tuyo iban en aumento. Te levantaste conmigo en brazos y me llevaste a la habitación, me dejaste caer sobre la cama y pediste que me volteara, de inmediato obedecí, quedando sobre mis rodillas con el trasero expuesto, separaste mis nalgas con tus dos manos y apoyaste tu pene en mi entrada, haciendo que yo gimiera de placer.

Vamos Tay quiero sentirte, por favor. —rogué.

Me besaste la espalda al tiempo que introducías tu pene en mi dilatado agujero, las estocadas cada vez más fuertes y profundas lograron descontrolarme y hacer que me perdiera entre gritos y gemidos que llenaban la habitación. El placer de ser tuyo, de sentirte dentro no se comparaba con nada. Tomaste mi necesitado pene en tu grande mano y me masturbaste, al ritmo de tus estocadas, sentí de repente que empezabas a gruñir y tu pene dentro se comenzaba a hinchar, tocaste ese punto en mí y sentí que iba a estallar.

Hagámoslo juntos mi luna —dijiste— y en breve, sentí como tu semen me llenaba las entrañas y yo liberé el mío en tu mano. Terminamos gimiendo con el ritmo cansado, me dejé caer en la cama y tú hiciste lo mismo justo a mi lado.

—Te extrañé mi amor... no sabes cuánto te amo.

—También te extrañé y también te amo.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hasta mi final - HP. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora