Dorian Heelshire.

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A la mañana siguiente de aquella noche tan... Sorpresiva, tenía a Brahms durmiendo abrazado a mí en mi cama.

Luego de lo caliente del momento, los pensamientos racionales volvieron a mí, supe que además de bañarnos tenía que cambiar las sábanas.
Suspiré e intenté levantarme, el abrazo que me estaba dando era muy fuerte y me costaba zafarme.

-B-Brahms, despierta... -le hablé, intenté girarme para verlo frente a frente. Me quedé helada porque él tenía los ojos entreabiertos, mirándome. Se lo notaba adormilado. -Tenemos que bañarnos.
-¿Lo haremos juntos? -murmuró.

Aunque hicimos lo que hicimos anoche, me daba algo de vergüenza pensar en bañarme junto a él. Es que nunca hice algo así.

-¿Tú... Tú quieres? -tragué saliva.

Él asintió con la cabeza, sonriendo. Suspiré.
Me daba algo de pudor que viera mi cuerpo completamente desnudo, pero intentaría no pensar en eso.

...

Luego de que nos bañáramos, cambiáramos y yo cambiara las sábanas de la cama, bajamos a la cocina. Alan estaba levantado, preparando el desayuno.

-Con que el señor sabe cocinar. -bromee, acercándome a la mesa.
-Oh, buenos días, traviesos. -sonrió y nos observó a los dos, terminó riéndose por lo bajo. Yo me puse toda roja. -Tengo un oído muy agudo, lo desarrollé en mis tiempos de adolescente.

Qué vergüenza, por lo menos podría haber fingido no haber escuchado nada.
Me senté y Brahms a mi lado, aunque lo de la adolescencia me recordó algo que buscaba preguntarle.

-Alan, ahora que hablas del pasado... ¿Cómo es que conoces a Malcolm? La última vez, él habló como si te conociera.

Se detuvo de lo que estaba haciendo, alejó sus manos y se quedó ahí parado por un momento. Se dio vuelta y me miró con un semblante demasiado serio.
Se acercó y se sentó en la mesa, frente a mí.

-Fuimos juntos a la secundaria, en ese momento, no era un buen chico... Pero malo tampoco. Recuerdo que Malcolm intentó perseguir a una chica luego de clases, aún cuando ella le decía que no, entonces lo amenacé con mi navaja para que se alejara y no la moleste.
-¿Le... Hiciste daño? -pregunté, perpleja.
-Casi lo hice, pero apareció el director junto con una profesora y nos llevaron a ambos a su oficina. Ya tuve comportamientos así y por eso me reprendieron, me suspendieron y casi me meten a un reformatorio.

Por eso Malcolm se sorprendió al ver que al parecer, conservaba su navaja.

-¿Entonces por eso me contaste que viniste a empezar de nuevo al pueblo, por tu anterior comportamiento? -le preguntó Brahms. Parece que le contaron más que a mí.
-Sí, la mayoría del tiempo solamente defendía al débil. Pero también robaba, y eso me convertía en peligroso. Todos se alejaban de mí en la escuela o me temían. -miró hacia abajo, apretando los labios.
-Gracias por contarnos esto, Alan. No te preocupes, no te consideramos peligroso. -le sonreí, él también lo hizo.

...

Después de desayunar, justo cuando terminé de lavar los platos y todo lo que utilizamos, sonó el teléfono.
Me acerqué y tomé la bocina.

-¿Hola?
-Señorita ______.
-¡Señor Heelshire!
-¿Cómo se encuentran Brahms y tú?
-Muy bien, muy bien. ¿Y ustedes?
-Aunque no lo crea, la terapia ayuda muchísimo. Es un proceso liberador, sí.
-Me alegra mucho... ¿Y su esposa?
-Ayer tuvo su primera sesión, por fin. Aunque... La llamé porque necesitaba hablarle de algo muy importante. Tiene que ver con Brahms.
-Claro, soy toda oídos, señor.

...

Me acerqué a la sala de lectura, estaba nerviosa y frotándome un brazo lentamente. ¿Cómo se tomaría Brahms lo que tengo que decirle?
Estaban sentados en el sofá, Alan le estaba leyendo un libro que él trajo, "la llamada de Cthulhu".

Salvarnos mutuamente. [Brahms Heelshire x Lectora.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora