zwei

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─ Adentro

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─ Adentro.─ es la demanda de la mayor cuando la empuja hacia el cubículo más cercano, cayendo Sana sobre la tapa. Tzuyu la mira desde arriba, superior y sensual, cuando se saca la chaqueta y la deja caer al suelo.

─ ¿Qué haces?

─ Cállate.─ Tzuyu no tiene vergüenza en que la contraria se de cuenta de la reacción de su cuerpo, incluso un poco orgullosa Sana de haber provocado esa reacción en la contraria, obteniendo el comienzo de la propia al sentarse Tzuyu sobre sus piernas.

Se besan, tanto y tan fuerte, tan húmedo y prohibido que el pensar en lo que hacen les sube el lívido por los cielos, chocando sus labios, sus caderas buscando la fricción ajena y gimen, sin freno ni pudor. Tzuyu le besa el cuello, le pasa las manos por el pecho y la espalda, le araña la piel y le muerde las clavículas, marcando a su gusto la nívea piel de la menor, quien echa la cabeza hacia atrás, presa del placer y lleva sus dedos al pantalón de la mayor.

Tzuyu se pone de pie, sus pantalones a mitad de sus glúteos y la firme y húmeda erección aprisionada bajo la tela blanca, reclamando atención al ser liberada, la rosada punta bañada del preseminal, Tzuyu ondeando sus caderas hacia adelante y atrás rodeando su miembro.

Sana traga saliva, se levanta apenas lo suficiente y baja con cuidado el elástico, ante la mirada fija de Tzuyu en sus movimientos. De pronto demasiado cohibido, se detiene antes de bajarlo por completo.

─ No es un buen momento, Minatozaki.─ Tzuyu no detiene el suave vaivén sobre su cuerpo.

─ Lo sé, es sólo que... Nunca, yo...

─ Entiendo.─ Tzuyu se acerca, con cuidado y sus ojos fijos en los ajenos, brillantes. Rodea la cadera de la menor con sus piernas, erguido sobre su pecho mientras libera de a poco los pechos de Sana.─ Yo tampoco.

Sana gime al sentir la mano de Chou acariciar sus pechos mientras acariciaba su miembro, un dulce y caliente toque que las embriaga y sabe tan bien, se siente tan bien. Es la mayor quien se mueve primero, empujando hacia arriba, rozando deliciosamente contra Sana quien le muerde los labios y afianza de los costados del cubículo. Cuando la mayor de ambas le sujeta el cabello desde atrás, es el delirio, el infierno mismo revestido de ardiente tentación, nuevas sensaciones abrumadoras que lo atascan por completo nublando sus sentidos.

Pero no todo podía ser tan bueno.

─ ¿Sana? ─ llama alguien desde el otro lado de la puerta, dando toquesitos insistentes que le disparan la migraña a una frustrada Tzuyu. La pelinegra suelta un quejido ronco, levantándose de golpe y dejando a Sana sinceramente descolocada y todavía en el limbo.─ ¿Está todo bien ahí?

─ Arriba.─ Tzuyu se sube a tirones la bragueta, acomodándo la blusa a cuadros abierta sobre sus hombros que ha recogido del suelo, lleva en el antebrazo la chaqueta de cuero. Sana no le responde.─ ¡Que te muevas! Llegó tu mami a buscarte.

rude girl ; satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora