Ryan Hardaway

Capítulo III

Cuando Ryan fue consciente de la decisión que había tomado James, se mantuvo en un estado de letargo despierto.

Había aparcado sus sentimientos y pensamientos, ante el hecho y la constatación de que James efectivamente lo había abandonado.

Entonces, la vida pretendió seguir su curso. Se mantuvo activo en el trabajo, mantuvo sus actividades de ocio, quedó con Hannah para un segundo café, y de ahí surgió el ir juntos a la fiesta de fin de año, en casa de sus padres. Irían como amigos. No estaban más allá de eso.

Cuando llegaba a su casa por las noches, encendía la televisión, fumaba y bebía hasta dormirse en el sofá. De madrugada se encaminaba hacía su cuarto y dormía unas horas más, hasta levantarse nuevamente y salir a correr. Y así pasaba otro día.

La noche de fin de año se sentía fría. Su familia y amigos de la familia formaban un grupo bastante grande y bullicioso, cálido, todos se veían animados y hasta felices. Él sentía frío.

Salió a la terraza a fumar, y a refugiarse en esa soledad contenida, que buscaba con más ahínco desde hace unos días, aunque no fuese intencionadamente.

"–No sabía que fumabas –dijo Tristán.

Ryan le dio una larga calada al cigarrillo, su mirada volviendo hacia los fuegos artificiales.

–No he fumado en años.

–¿Por qué?

Ryan no respondió de inmediato.

–Jamie es sensible con el humo del cigarrillo.

Tristán sintió sus cejas subir. La respuesta de Ryan no lo sorprendió; su voz lo hizo: completamente monótona, carente de emoción.

Notando las colillas de cigarrillo a los pies de Ryan, Tristán comentó.

–¿Y estás poniéndote al día por el tiempo perdido?

–Algo así –dijo Ryan, sin mirarlo.

–Imagino que tu novia no es sensible con el humo del cigarrillo.

Los labios de Ryan se adelgazaron.

–Si tienes algo que decir, dilo.

–No te ves terriblemente feliz, para ser un tipo que acaba de reconciliarse con su novia.

–No estamos juntos. Todavía –Ante la mirada inquisitiva de Tristán, Ryan aclaró–. Venimos como amigos.

Hannah me dio la oportunidad de reconquistarla.

–Sí, veo lo duro que estás intentándolo. De esforzarte más deberías dejarla sola en la fiesta a la que la llevaste

¡Oh!, espera...

–Por favor, dime que mi hermano te nalguea.

Tristán sonrió.

–Lo hace. Pero a mí me encanta, así que no es demasiado castigo.

Una leve sonrisa curvó brevemente los labios de Ryan. Tomó una larga calada al cigarrillo y sopló el humo a un lado.

–¿Entonces elegiste a Hannah sobre James, después de todo?

Ryan se puso rígido. En un abrir y cerrar de ojos, tenía los hombros de Tristán con un apretón de muerte, sus ojos clavados en él.

–¿Él te dijo eso? ¿Sabes dónde está?

Tristán parpadeó. Atrás quedó la máscara de indiferencia. La intensidad en la mirada de Ryan era algo intimidante.

Antes de que pudiera decir nada, Ryan lo soltó y dio un paso atrás, con la cara en blanco de nuevo.