Semillas del corazón

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— Lo siento mucho, yo aún no puedo verte de esa forma. — Explicó con un tono suave y amable aquella chica de cabellera lacia y bellísimos ojos azules que brillaban con la leve luz del sol.

— Está bien, lo entiendo. — Respondió el joven de cabello oscuro mientras sostenía un girasol en su mano, sonriendo amablemente mientras el dolor del rechazo se extendía en su cuerpo y una semilla crecía.

Todas las personas manejan el rechazo de diferentes maneras, algunos lloran, otros se enojan, y ciertos individuos pasan página rápidamente, sin embargo, hay quienes quedan tan dolidos que llegan al punto en el que se enferman, y lo que empezó con una tenue tos, se convirtió en un infierno de emociones para Shigeo Kageyama.

Se había retirado de la secundaria más temprano de lo usual, sus compañeros del club de fisicoculturismo se percataron de algo diferente en el estudiante pelinegro, su respiración era bastante irregular desde hace un par de días, además que presentaba un incesante dolor de cabeza junto con tos seca. El chico no era de quienes se quejaban, era alguien determinado a continuar, pero los demás miembros insistieron que se tomase el día por esta vez, ya que su salud era lo principal para poder continuar en el club.

La calle estaba muy solitaria a estas horas, el atardecer en el cielo mostraba bellísimos colores cálidos que lo reconfortaban a la par que oía el croar de las ranas. Cada paso que daba le hacía experimentar un agotamiento feroz, junto con una extraña sensación en su garganta que empezó como un cosquilleo, el cuál era acompañado por un ardor en su esófago, llegando al punto en el que las lágrimas cayeron por sus mejillas en un intento de desahogar aquél dolor. La tos se hizo más fuerte, forzando tanto su frágil garganta, que al final, sangre y pétalos de un brillante color rojo cayeron al piso.

— ¿Qué…? — Dijo mientras respiraba intentando calmar sus nervios, y mirando aquel liquido rojo haciéndose uno con la tierra. Sus latidos se aceleraron, a la vez que un dolor punzante se comenzaba a expandir en su corazón y pulmones.

Analizó su alrededor en busca de ayuda, el calor corporal de Shigeo iba en aumento a la vez que la tos empezaba una vez más, los pétalos eran expulsados de su cuerpo en masa, llegando al extremo de que se le estaba haciendo imposible respirar. Cayendo de rodillas al piso, intentó mantenerse cuerdo, no era capaz de procesar lo que estaba sintiendo, era casi como si miles de agujas se enterrasen en su pecho.

— Alguien…ayúdeme…por favor. — Gimió antes de comenzar a vomitar fragmentos de aquella flor roja.

El cansancio convertía su capacidad de moverse en el acto más desesperante de su vida, en búsqueda de llamar la atención de cualquier transeúnte que estuviera cerca, usó su último aliento para soltar un grito ahogado; pero siendo incapaz de continuar despierto, él se desmayó, y aquellos pétalos fueron llevados a la ciudad por una suave brisa que abrazó su cuerpo internamente lesionado. Lo que para el fue un sueño corto, para su entorno fueron larga horas, de no ser por aquel olor a lejía y alcohol, hubiera dormido más tiempo; al abrir sus ojos se dio cuenta que estaba en una habitación de un hospital, en su muñeca había una vía intravenosa que le administraba suero, era un tanto incómodo por él.

Su pecho aún dolía, pero trataba de mantenerse tranquilo para relajar su corazón, no tenía la intención de agitarse una vez más. Fue entonces cuando la puerta del cuarto se abrió, y un hombre con bata blanca pasó al cuarto, era el doctor, quien otorgaba un aura gentil para el estudiante.

— ¿Shigeo Kageyama? — Preguntaba mientras tomaba el portapapeles que estaba conectado en el frente de la cama del paciente.

— Si…¿que sucedió? — Consultó a aquel médico que leía sus datos.

— Te desmayaste en medio de la calle, y un chico rubio de trajo hasta aquí. Nos ayudó a contactar con tú familia, en un momento podrán verte. — Explicó él hombre amablemente, tomando su bolígrafo para hacer algunas anotaciones en sus hojas.

— ¿Hanazawa-Kun?, ¿mi familia?, espere, ¿que es lo que tengo? — Interrogó un tanto desesperado a su doctor.

— ... Haremos lo posible para que te recuperes. — Respondió para dirigirse a la puerta, dejando entrar a sus familiares.

Pero mientras la familia se reencontraba, Teruki esperaba recostado contra la pared, soltaba sus lágrimas y tapando su boca para no ser escuchado, mientras sostenía su pecho fuertemente con una de sus manos. Su corazón se mantenía tan frágil como el de Shigeo al saber que su amor no correspondido ahora se encontraba sufriendo en aquella camilla. Recordaba esa sensación tan angustiante al momento de encontrarlo tirado, sucio de tierra y con ese olor a sangre seca.

— ¿Cuánto tiempo habrá estado ahí tirado?, ¿y si hubiera llegado antes?, ¿él estará bien? — Pensaba mientras su presión arterial aumentaba.

Teruki se asomaba a la puerta de la habitación, mirando como su amigo lloraba junto a su familia y algunos pétalos se escapaban de su boca con esa tos tan dolorosa.

Entonces, en la sala de un hospital, una semilla nueva creció.

Semillas del corazón -  (Mob psycho ONE-SHOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora