23. Final feliz

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23. Final feliz

¡Advertencia! Contenido fuerte: maltratos, violaciones, prostitución, asesinatos y violencia.

Elizah Sacris
Hace quince años

Mi vida es una mierda.

Mi mayor error fue conocer a Charles, porque eso desencadenó todas las desgracias que me sucedieron.

Aunque no todas malas, claro.

Conocer a Charles Fleen fue maravilloso, me enamoré completa e idiotamente de él. Me volvía a sentir como una adolescente libre y tonta que disfrutaba del amor.

Y la segunda cosa buena que ese hombre me trajo, además de su agradable trato y de volver a sentirme como una mujer querida, fue a la preciosa niña que tuve. La llamé Megara, que significaba «primera» porque ella fue, es y será la primera persona que me hace querer luchar. Mi primer soplo de esperanza dentro de este infierno.

Pero yo no conocía lo que era el infierno hasta que Frank notó mi embarazo. Aún recuerdo sus palabras «Si te comportas como una puta se te tratará como tal». Y vaya que lo cumplió, porque ahora trabajaba en el burdel Labios Rojos e imagina lo hijo de puta que es el destino que mi supervisora era nada más ni nada menos que la perra de Molly. Se encargaba de hacérmelo pasar lo peor posible, me daba a los clientes más hijos de puta y, de vez en cuando, inventaba algo para que Frank me castigara.

Lo único que me mantenía viva era mi hija y Charles, a quien Frank no mató ya que yo juré y perjuré no volver a verlo. Mentira, porque cada verano iba una semana a California junto a Meg con la escusa de de ver a mamá y papá. A veces, también aprovechaba y volvía al pueblo donde me crié para ver a mi mejor amiga. Cada día la necesitaba más.

Solo esperaba que este infierno acabara pronto.

~•~

Elizah Sacris
Hace cinco años

Escupí sangre aún en el suelo. Me dolía el cuerpo entero, pero no era nada comparado al dolor que sentía al ver a Charles, mi querido Charles, frente a mí y siendo apuntado por una pistola.

—¡Te dije que no lo mataría si no volvías a verlo! ¡Y tú como una zorra yendo cada verano! —gritó furibundo— ¡¿Creíste que era estúpido?!

Sí, porque te has enterado doce años después.

—¿Mamá? —la voz de mi hija me hizo entrar en pánico.

Había hecho cosas horribles a lo largo de mi vida, pero dejar que una niña viviera doce años de esta tortura era la peor monstruosidad que había cometido.

—Ve a tu cuarto, cariño —murmuré desde le suelo, pero ella tenía puestos sus preciosos ojos oscuros (idénticos a los de su padre) en Charles.

—¿Papá?

Y eso, sin duda, desató la furia de Frank. Pero lo peor fue como Charles se escapó de los brazos del monstruo y corrió hasta a mi hija, envolviéndola en un abrazo. Le murmuró algo al oído, aunque no lo alcancé a escuchar.

Cuando se separaron, el hijo de perra disparó, sin importarle que mi niña presenciara como su padre caía inerte al suelo justo delante de ella. Su pequeña carita se manchó de sangre, igual que su vestido. Sus ojos se vieron horrorizados y las lágrimas no tardaron en empañarle la mirada. Megara amaba a su padre, al fin y al cabo, era lo único sano que conocía.

—¡¿Qué has hecho?! —exclamó con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

Sin embargo, él no respondió. Se marchó de mi habitación con una sonrisa de suficiencia yendo probablemente a meterse hierba. Meg corrió hacia mí, poniendo sus manitas en mi cara amorotada y llena de sangre.

Los GrecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora