40. Fiesta

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40. Fiesta
Megara Sacris

N.A.: Capítulo cortííísimo. Como siempre, para compensar, os subo el siguiente.

Había probablemente mil motivos por lo que esto no era una idea que me agradase, pero Samael parecía ignorarlo y estar emocionado con lo que sucedería a continuación.

Nos habíamos escapado de la cena de año nuevo y Belial había llamado a Kai y Cassia para que vinieran, alegando que así sería mucho más divertido.

La brisa de la playa resultaba reconfortante, y sonreí un poco estando entre los brazos de Azazel que se aferraba a mi cintura con fuerza.

Belial hablaba con Kai y Cas, comentándoles el plan, y Samael se movía como un niño pequeño la mañana de Navidad.

—Esto sigue pareciéndome una mala idea —le murmuré a Az.

Él sonrió un poco.

—Solo diviértete, nena.

La música sonaba con fuerza, la playa estaba llena de adolescentes ebrios e incluso había una hoguera. No me gustaban las fiestas, mucho menos si había tanta gente, pero ver el rostro contento de Sam me hizo sonreír un poco.

Él se alejó, y en seguida volvió cargando dos vasos rojos. Me entregó uno.

—Es cerveza, yo mismo la he puesto. Puedes beberlo —asentí, sonriéndole.

Los chicos me habían advertido de no beber nada que ellos no me entregaran o que yo no había visto como preparaban, y prefería hacer caso para evitar otro trauma más a la enorme lista que cargaba conmigo.

Me sorprendió ver que Cas y Kai no se movían con miedo junto a los Greco como todo el mundo solía hacer, continuaban con sus expresiones alegres.

—Gracias por el trago, hermano —ironizó Azazel, ganándose una risa burlona del nombrado.

—Ven, ángel, vamos a bailar.

Me alejé del mayor, caminando junto a Sam hasta donde la gente bailaba ya que parecían haber designado un lugar concreto como pista de baile. Moví mis caderas, dando rápidos vistazos al vaso de mi mano para evitar que introdujeran nada en él.

Samael se bebió su bebida de un trago, lanzando el vaso al suelo y cargándome para hacerme girar. Reí a carcajadas, sintiendo adrenalina a pesar de que no sucedía nada extraño.

Me sentía como una adolescente. Una adolescente enamorada. Y, demonios, me encantaba.

Sam me soltó, continuamos bailando siguiendo el movido ritmo de la música. En algún momento de la canción, Cassia llegó hasta nosotros y le sonrió al castaño casi con disculpa.

—Te la voy a robar —me señaló.

—Más te vale que no sea por mucho tiempo.

Rodé los ojos divertida, dejándole un beso en la mejilla y caminando junto a Cas. Ella comenzó a bailar en el centro, yo imitándola.

Realmente me lo estaba pasando bien.

—No sabía que estabas con los tres —murmuro, sus ojos se agrandaban y estaban levemente enrojecidos a causa del alcohol. O había perdido la noción del tiempo bailando con Sam, o Cassia tenía muy mal aguante—. Es guay, supongo. Si te enfadas con uno puedes irte con otro.

Solté una fuerte carcajada, sin dejar de mover mis caderas al ritmo de la música. Sentía una intensa mirada en mí, pero el cosquilleo agradable que me provocaba me dejaba saber que era uno de los chicos.

Cuando vives con miedo, desarrollas una especie de hipersensibilidad. Cualquier movimiento pequeño, lo sientes como un terremoto. El leve soplido del viento, se escuchaban como susurros amenazantes. Pero no con los Greco, ellos podrían mirarme todo el tiempo del mundo y nunca me sentiría asustada.

—¿No piensas que soy una... zorra —me costó decir la palabra— por estar con los tres a la vez?

—Qué va, chica. Quién pudiera —se carcajeó—. Te admiro, si lidiar con Beli-Beli es difícil no quiero imaginar también a sus hermanos.

Reí, divertida. Casi como si lo invocáramos, Belial se acercó a nosotras con un intento de ocultar su pequeña sonrisa. Obviamente, frente a todos, debían mantener las apariencias. Excepto Samael, que bailaba alegremente llamando la atención de todos.

Entrecerré los ojos en dirección a una chica que le tocó el brazo durante demasiado rato, pero sonreí cuando mi hombre la apartó amablemente.

—¿Os lo pasáis bien, chicas? —cuestionó, alzando un poco la voz para que lo escucháramos sobre la música.

—¡Nos lo pasamos genial! —exclamó Cas, soltando una risa tonta.

—Madre mía, ¿ya estás borracha? —negó con la cabeza, soltando un suspiro.

Cassia se rió, soltándome. y dejándome con Bel.

—Iré a ver si ligo, nos vemos.

Belial pareció querer decir algo, pero se contuvo, y colocó su mano libre en mi cintura mientras que la otra sostenía un vaso.

—¿Qué es? —cuestioné, quitándole el recipiente de plástico y llevándomelo a los labios.

—Vodka, es un poco fuerte...

Tarde. La mueca de asco que cruzó mi cara no fue nada comparado con el ardor que sentía en mi garganta.

Era vodka puro, sin mezcla.

—Eso es asqueroso —señalé. Belial se rió. 

—A mí me gusta —rebatió.

—Pues tienes muy malos gustos.

—No, porque me gustas tú.

Sonreí, dejando un beso divertido sobre sus labios.

—Te amo.

Pestañeó sorprendido y recordé que esa confesión solo se la había dicho a Az. Temblé un poco, queriendo retirarlo, pero antes de que pudiera decir nada más Belial juntó nuestros labios con una pasión que hizo que mis piernas se debilitaran.

—También te amo —susurró sobre mis labios, una vez nos separamos—. Más que a nada en el mundo.

Y ahí, entre sus brazos y con Bad Liar de Imagine Dragons sonando a todo volumen, me derretí.

Aunque quizá debí escuchar de forma más atenta a la canción.

Los GrecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora