Aquella cafetería

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-Era un caluroso día de verano, las hojas caían, hacía un fuerte pero a la vez agradable viento y era el día perfecto para salir a dar una vuelta, mi nombre es Andrex Quispe tengo diecisiete años y estoy a punto de cumplir los dieciocho, tengo un secreto, aunque para ser honestos no es tan secreto que digamos, pues soy homosexual, cosa que en estos días está muy mal vista, aun así tengo la esperanza de encontrarme con alguien que me acepte tal y como soy, justo lo opuesto que pasa con mi familia.

Ese cálido día decidí salir para variar un poco de la rutina en la que me encontraba envuelto, al vagar por esas calles llenas de basura me encontré con un muy colorido local, una cafetería, esta tenía por nombre "Ecuapostin", un nombre un poco curioso si me lo preguntan, con lo mucho que me llamó la atención decidí entrar, el primer vistazo fue lo opuesto a lo que esta cafetería parecía ser, estaba vacía a excepción del barman, así que, decidí acercarme a pedir un café con leche (mi favorito),

Hola - dije sin titubear.
Buenas tardes - supo mencionarme el apuesto hombre.
¿Me puede servir un café con mucha leche? - dije, sin sonar lascivo.
Por supuesto - dijo él sin apuro y empezó a prepararlo.

Poco después de esa rápida interacción con el atractivo y de apariencia un poco mayor decidí preguntarle su nombre, quedé perplejo al escuchar tan hermoso nombre, me llamo Leo - me dijo con una muy sexy y varonil voz. Después, y sin decir una palabra más terminé con mi café y decidí retirarme a mi casa, sin saber que esa experiencia dejaría un gran impacto para mí en un futuro no muy lejano, Leo, Leo, Leo, su nombre resonaba en mi cabeza desde que llegué a casa hasta quedarme dormido con la esperanza de verlo una vez más.

Un verano en EcuapostinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora