Un verano en Ecuapostin

¿SUERTE O MALA SUERTE?

Después de una muy larga y húmeda noche de sueños y fantasías, desperté con el sonido de mi alarma como si este fuera una cachetada de realidad, no puedo dejar de pensar en Leo — me dije a mi mismo en mi cabeza — quizá deba volver a esa cafetería más tarde, y tal cual lo dije, lo hice, ahora me encuentro frente a Ecuapostin con muchos nervios, y, por supuesto ganas de ver a Leo otra vez, mi reloj de mano de Hello Kitty marcaba la una de la tarde, me armé de valor y entré.

Hola Leo — le dije con mucha confianza y en un tono amistoso.
Hola, sé que suena raro a estas alturas pero, ¿me podrías decir tu nombre? — dijo él un poco avergonzado ya que no lo había preguntado antes.
Jijijija (así suena mi risa) claro que sí, Me llamo Andrex Quispe un gusto, por cierto ¿me podrías servir un café como me gusta? — dije.
Con mucha leche, ¿no? — me dijo él en un tono que se podría malinterpretar.
Jijijija estás en lo correcto, con mucha leche — dije muy sonriente.

Al igual que el primer día el local estaba vacío pero por alguna razón Leo parecía estar esperando a alguien. Intercambiamos varias miradas con mucha pena mientras trataba de terminar mi café con leche, debía pensar un tema de conversación rápido, no quería que nuestra charle terminara de esa forma, quería saber más de él, sus intereses, que tipo de persona le gusta, en el fondo de mi ser anhelaba encajar en su descripción de pareja perfecta.

Estando a punto de acabar mi café, mi cuerpo (nervioso aun) me hizo derramar lo que me quedaba, manchándome el pantalón que tanto tardé eligiendo para ir ese día, Leo se dio cuenta y rápidamente se ofreció a limpiarme ahí abajo, yo, debido al shock ni siquiera pude contestar su petición, rápidamente trajo una toalla y se acercó a mí, que debido al impacto de sus palabras estaba inmóvil y viendo fijamente como se acercaba con la toalla.

Bien, si me disculpas — me dijo mientras venía hacia mí.