2 | Sonidos en la noche

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Ilustración del separador por Kotrozvidka, 2014

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Ilustración del separador por Kotrozvidka, 2014. "DAYZ Forest Campfire". https://www.deviantart.com/kotrozvidka/art/DAYZ-Forest-Campfire-495689724

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐 | 𝐒𝐎𝐍𝐈𝐃𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄

La madrugada después de haber besado a Manuel bajo aquel ahuehuete, se sintió cálida. Fue el presagio de una época prospera y llena de ventura. Hoy, tres días después de atreverse a iniciar su partida hacia lo más alto del cerro, el amanecer recibe a Jorge con frialdad. El calor del horno de piedra nunca había sido un tormento hasta ese día. Era un bochorno que crecía con cada minuto que el pan permanecía dentro de este. A veces quería ser como la masa madre que usa, y como ella, ser moldeada a su antojo; endulzarse con la mayor cantidad de azúcar posible; ser alguien más. Sin embargo, Jorge sabe no es posible. Debe seguir su rutina y disfrutar de los pequeños placeres que le brinda su trabajo.

No estaba en sus planes ser panadero, que su difunto padre lo perdone, pero se colgaría antes de tomarlo como su primera opción. Él quería una granja, pequeña como la de sus primos en Guerrero y acogedora como la que su madre poseía antes de venderla para mudarse a San Pedro. Tiene lo necesario para subsistir e incluso un poco más. Se permite un derroche al mes, generalmente un libro de la ciudad, otras veces una planta que anhelaba poseer en secreto y no lo decía en voz alta por miedo a ver a Manuel aparecer al día siguiente con ella.

El destino es un ser incierto, pero lo recompensa con diminutas victorias. La monotonía de su trabajo es un hecho relajante y la tradición de la gente de pasar a comprar un pan a primera hora del día, le ayuda a tener la tarde parcialmente libre. Es la guerra lo que frena sus pies en la tierra. No aspira a más porque sabe que es un sueño imposible en tiempos de revolución. Incluso tras concluir los enfrentamientos, la economía no haría más que arrastrarlo con su corriente junto a los otros peces crédulos en un mar de finitas posibilidades. Así que hizo lo que mejor hacia: cocinar.

Su tienda es la más concurrida del pueblo, y no logro evadir la mirada cargada de incertidumbre que el semblante de Carmela se negaba a desaparecer cuando le aviso de su viaje. Es una joven inteligente, pero maleducada y tosca. Fue la única que se presentó para un trabajo poco remunerado en las cercanías del pueblo sin tener que viajar por casi dos horas hasta la ciudad. Aun así, le tiene cariño. La chica realizaba el intento de pagar sus estudios y fue de gran ayuda con los clientes más quejosos tras una buena resaca. Puede contar con los dedos de su mano el número de borrachos que saco a tropezones de su tienda.

Quizás por eso se llevó tan bien con Manuel.

—Es lo que he dicho chamaca, no pido mucho, solo cuida la forja mientras no estoy —dijo Manuel recargado en el mostrador—. No tiene chiste. Procura que nadie intente entrar mientras no estoy. Es un viaje largo y pesado, no quisiera que el lugar se quedara solo por mucho tiempo mientras estoy de visita en Mayrán.

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2023 ⏰

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