April ha perdido su sonrisa desde el abandono de su hermano mayor y con ello, sus poderes.
Cuando empieza una inesperada amistad con Xavier Thorpe, su cabeza vuelve a brillar con el amarillo que representa su felicidad. Y el reencuentro con su herma...
Después del desafortunado evento en la enfermería, volvió a su habitación para poder dormir. Sus rodillas seguían doliendo al igual que ciertas partes en su espalda. Quizá le habían dado algún medicamento para aliviar el dolor y ahora estaba perdiendo su efecto.
Su habitación estaba vacía, no la compartía con nadie ya que así lo solicitó su madre. Ella sabía todo el acoso que había sufrido en sus anteriores escuelas y también estaba de acuerdo en no dejar que alguien insistiera en saber su habilidad, no entendía por qué pero seguro tenía una razón válida.
Al cabo de unas horas ya había caído rendida en su cama pero en sus sueños había una voz atormentándola. Veía el rostro de su hermano, tan sonriente como siempre y también estaban sus padres, estaban hablando sobre algo que no entendía pero se notaba que estaban molestos por algo. En cambio, Benny cargaba un bebé en sus brazos y sus ojos estaban llenos de amor, sin importar qué tipo de palabras hirientes podrían soltar sus padres él estaba más atento a esos cabellos blanquecinos y casi imperceptibles. Se veían que cargaba a un recién nacido. De la nada la imagen desapareció y volvió al momento en que su corazón se quebró, el día en que Benny se fue. La mañana de ese día fue tan radiante como siempre, pero durante la noche Benny dejó el libro familiar en la pequeña mesa de su habitación y se mantuvo en silencio, se miraba arrepentido por algo. Ese fue el último momento que tuvieron.
Durante todo este tiempo siempre se ha repetido ese momento en su memoria. Era algo que no podía olvidar, podría haber olvidado su voz casi por completo pero no olvidaba la forma en la que se veía y cómo sus ojos estaban húmedos.
En medio de la madrugada despertó de prisa con ese sentimiento en su pecho, ese vacío en su interior que permanecería así hasta el día en que pudiera encontrarlo de nuevo.
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A la mañana siguiente usó su uniforme y peinó su cabello, arregló cada pequeño detalle que veía y se encargó de verse lo más presentable posible. Podrá haber vivido en tristeza casi toda su vida pero eso no significaba que le gustara verse mal. Al contrario, aparentar siempre era importante; podría tener un rostro inexpresivo pero su imagen siempre era impecable. Además, si contaba el hecho de que ayer pudo haber muerto al menos debía demostrar que no pudieron con ella y que estaba intacta, a pesar del dolor en sus rodillas y espalda. Caminó tranquilamente hacia su clase de botánica con la profesora Thornhill, no le interesaban mucho las plantas pero era una de las clases menos fastidiosas. Su plan era sentarse sola pero notó que la mayoría de los asientos estaban ocupados y solo sobraba una mesa, entre ellos alguien que no reconocía. Una chica aún más inexpresiva y con el rostro tan pálido que parecía estar muerta. Se quedó un momento mirándola hasta que alguien habló a su lado.
—Se llama Merlina, acaba de llegar.
Ahí estaba esa voz de nuevo. Xavier llegó casi al mismo tiempo que ella y al darse cuenta en su atención por la chica nueva quiso hablarle sobre eso, para ponerla al día.
