Kenchin quiere un bebé

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Mikey no quería hijos, jamás los había querido y eso no iba a cambiar de la noche a la mañana. Ni siquiera se le había pasado la idea por la cabeza. Él mismo todavía era un niño en muchos sentidos, ¿cómo iba a criar a uno?

Sin embargo, Draken parecía estar bastante seguro de que Mikey era capaz de eso y mucho más, de otro modo no habría estado empujando la idea sobre la mesa durante el último mes.

Al principio no había sido nada de lo que preocuparse, comentarios como “sería bueno tener más ruido en la casa” ó “¿no crees que está muy vacío con solo nosotros dos?” no eran algo que llamaran su atención.

Mikey incluso había propuesto adoptar un gato o dos. Pero Draken solo lo había mirado con esa expresión en su rostro. Esa que siempre ponía cuando Mikey no captaba algo y que, sinceramente, lo enojaba mucho.

¡No era un puto adivino!

Siempre tenía que quejarse acerca de que no podía leer su mente antes de que Draken se atreviera a decirle las cosas directamente.

A Mikey le fastidiaba porque no es como si Draken hiciera eso todo el tiempo, solo lo hacía cuando se trataba de algo realmente importante e inimaginable. Como cuando quería decirle a Mikey que le gustaba, o cuando quería invitarlo a su primera cita, incluso cuando quiso pedirle que fuera su novio.

Mierda, hizo la misma tontería cuando quería proponerle que se mudaran juntos.

Y ninguna de esas veces funcionó porque jodidamente Mikey tuvo que dar el primer paso en cada una de ellas cuando terminaba de captar sus estúpidas indirectas. Mikey tuvo que confesarse cuando un “Muchos amigos se terminan enamorando, es normal. Un amigo de la escuela se confesó a su mejor amiga hace unos días... ” fue mencionado.

¿Un amigo de la escuela? ¿En serio? ¡Él era el único puto amigo que tenía en la escuela! Cuando lo escuchó, Mikey realmente quería golpearlo.

Así que con toda la paciencia reunida en su pequeño cuerpo, Mikey se lo dijo, un seco “También me gustas, Kenchin, ¿puedes solo decirlo?” abandonando su garganta.

Pasó exactamente lo mismo cada vez: “Hay una película que se ve buena en el cine, pero es de romance... ¿No sería raro ir con un amigo? Oh, y está esta cafetería cerca que acaba de abrir, aunque tiene una temática muy...”, que respondió con: “Llevas una semana hablando de las diferencias entre citas y salidas casuales, solo pídeme una cita, Kenchin, no es tan difícil, ¿sabes?

Y luego: “¿Crees que es importante tener pareja? Ya sabes, tengo este amigo que comenzó a salir con una chica después de unas cuantas citas... Con eso de besos y tomarse de las manos y todo eso... ”, “Sí, Kenchin, sí quiero ser tu novio, ¿puedes parar todo ese rollo del amigo inexistente, por favor? ¿O esperas que te lo pregunte yo? Porque si eso va a hacer que dejes de divagar tonterías puedo hacerlo.

Después: “Últimamente me aparecen anuncios de departamentos cerca del taller de Shinichiro, ¿no sería genial vivir también más cerca del centro? Ya sabes, mi amigo me estaba contando el otro día acerca de que planea mudarse con su-”, “Oh, Dios mío, ¿otra vez lo de tu amigo? ¿Quieres que nos juntemos? Sólo mudemonos juntos y ya, ¿crees que no sé que dejaste esas revistas de casas a propósito en el auto?

Y ahora él había estado usando el mismo método para pedirle una familia. Mikey se preguntaba si Draken realmente lo creía tan estúpido como para no preguntarse por qué de pronto montones de revistas sobre maternidad aparecían por todos lados en el departamento que compartían.

El colmo fue cuando lo atrapó murmurandole a su teléfono incontables “Bebé, bebés, adopción, familia” mientras Mikey terminaba de bañarse para ir a la cama.

Un bebé para mi novio || DrakeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora