¡¿Mikey compró un bebé?!

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A estas alturas de su vida, Draken estaba completamente seguro acerca de sus sentimientos y sus anhelos.

Entre ellos indudablemente estaba el hecho de que estuviera tan, tan, tan enamorado de su novio. Aunque Mikey pudiera llegar a ser la persona más infantil, irritante, insolente y dramática que conociera, no dudaba que pasaría el resto de su vida a su lado. Estaba condenado a él desde el primer momento en que se conocieron.

De eso ya habían pasado las estaciones de 15 maravillosos e increíbles años y con cada segundo que pasaba, Draken sentía que era imposible no amarlo incluso aún más cuando tenía el placer de despertar con él encima.

Ese hombre impuntual, descarado, arrogante, orgulloso y sin ningún maldito sentido del romanticismo, era jodidamente el amor de su vida.

Porque no había nadie más valiente, fuerte, desinteresado, generoso y comprensivo que él. Y sobre todo, no existía nadie en este mundo que fuera capaz de mirarlo con los mismos ojos con los que Mikey lo miraba.

Su novio era tan amoroso...

A su manera, al menos.

Pero eso era más que suficiente para Draken, quien tal vez jamás había sido bueno expresándose, quien era temido el incomprendido por unos e ignorado y subestimado por otros. Después de sus amigos de la infancia, ¿quién más se habría tomado el tiempo de conocer las partes más difíciles de su vida? Nadie era capaz de siquiera imaginarse el lugar en el que vivía, ni las personas que se habían hecho cargo de criarlo, y los que sabían de ello lo juzgaban, si no era asco, era lástima, pero nadie jamás le tendería una mano si él no ofrecía algo a cambio.

Excepto Mikey. Mikey presentándolo a su familia, Mikey invitándolo a dormir con él, Mikey dispuesto a quedarse días enteros en un burdel solo para quedarse un poco más de tiempo con él. Mikey convirtiéndolo en su mejor amigo, Mikey aceptando sus regaños, sus cuidados, sus sentimientos. Mikey recibiendolo siempre con los brazos abiertos y una sonrisa en los labios. Mikey mirándolo, Mikey escuchandolo, Mikey necesitandolo, Mikey dándole un propósito a su vida, Mikey amandolo.

Es por eso que Draken quería absolutamente todo con Mikey, desde el inicio. Quería darle todos sus besos, todos sus abrazos, todas sus palabras, todos sus pensamientos.

Quería darle su vida entera y compartir con él cada regalo que el destino le pusiera enfrente.

Tristemente, aunque después de Mikey, no había nadie que pudiera intimidarlo, todavía existían inseguridades que temia jamás pudieran abandonarlo. Y en esas veces que las dudas y el temor se apoderaban de sus pensamientos, solamente podía rogar porque Mikey le entendiera a través de su falta de coraje y palabras, y que después de ello, aún pudiera seguir amandolo como él lo hacía.

Sus problemas para comunicarse y la desconfianza que tenía en si mismo los había llevado a pelear muchas veces. Y Draken entendía las razones de Mikey para enojarse con él, las entendió cada vez, y aunque su pequeño y débil corazón tambaleó por ello, Mikey se esforzó por entenderlo de vuelta, volviendo de la paciencia su fuerte cuando se trataba de aquel que secretamente llamaba su corazón.

Draken sabía que a Mikey le molestaba que no fuera capaz de decir las cosas directamente, de expresar lo que quería, y se molestaba pensando en que no confiaba en que podía pedirle las cosas sin temor, porque él nunca lo rechazaría.

Pero Draken lo sabía, que no importa si nadie más había antepuesto sus deseos antes que cualquier otra cosa, Mikey sí lo haría, sabía que siempre que le dijera lo que quería, Mikey le daría todo con tal de hacerlo feliz. Por eso había aceptado cada disculpa, por eso había aceptado dar el primer paso siempre.

Un bebé para mi novio || DrakeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora