Gata Callejera.

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En una fría y silenciosa noche de lluvia, una deslizante figura se pasea con velocidad y agilidad por las terrazas de Gótica, se pierde entre las sombras, es invisible, nadie la puede ver ni sentir.

Se detiene en una terraza en específico, en la del museo, por mero instinto observa a los costados, creyendo que aquel hombre encapuchado y con máscara de murciélago saldría de la oscuridad y detendría su accionar, pero él ya no está, es momento de dar vuelta la página.

Se acercó al borde del tejado, comenzó a descender lentamente, sin ser vista por nadie, se posó en una ventana, abrió una de sus manos enguantadas y con unas afiladas garras abrió el cristal, empujó con suavidad lo que le impedía entrar y con cuidado se adentró a la edificación, miró en el centro de la misma a un brillante diamante, reluciente y hermoso a la vista

- Miau. - maulló con asombro y sonriendo.

Caminó, atenta a si algo estaba cerca, supo que tendría que ser un robo rápido. Acercó su mano con garras al cristal que protegía al diamante, comenzando a crear un círculo, el cual fue retirado con sumo cuidado, ahora teniendo todo el tiempo del mundo para llevarse el diamante, cosa que logró fácilmente, para posteriormente guardarlo.
Antes de retirarse triunfante, un objeto punzocortante golpeó su antebrazo izquierdo, llamando su atención y hacer que se queje por el dolor ocasionado.

Se volteó en la misma dirección en la que fue arrojado aquel objeto, pero solo había oscuridad, confundida se agarró del borde de la ventana, empezando a trepar hasta llegar a la terraza, donde otra vez fue atacada, recibiendo el daño en su tobillo derecho, rápidamente miró en la dirección que fue atacada, pero sin darse cuenta, sus piernas fueron atadas por un filo hilo negro, intentó usar sus garras y así poder liberarse, solo que ahora sus manos fueron atadas, ella al no poder mantener el equilibrio, cayó y se quejó por el dolor.

- ¿Cariñito? No me digas que otra vez volviste de la tumba. - dijo ella moviéndose en un intento por lberarse.

De las más oscuras sombras, salió el murciélago, con su traje negro como la misma noche, su característico logo es de un intenso rojo sangre, su cara está completamente tapada por la máscara, que no dejaba ver ni la mandíbula inferior, solo siendo sus rojos ojos lo único que se veía de él. Caminó sin pronunciar palabra alguna, agarró a la gata con sus brazos y la puso sobre su hombro izquierdo, aferrando su mano izquierda a sus piernas recubiertas por aquel traje de gata, comenzando a caminar en silencio.

- ¿Cariñito? Oye, te estoy hablando.

Las quejas de la dama no fueron oídas por el murciélago, que simplemente caminó, sin detenerse por un buen rato, todo mientras ella pensaba en una forma de poder liberarse e intentar huir.

- Muy bien... En vista de que eres terco como de costumbre, ¿No querrás repetir aquella noche? Invitamos a aquella pelirroja, ¿Cómo era su nombre? Oh sí, la bella Kate, ella quiso volver a repetir algo como eso, ¿No quieres que lo hagamos de nuevo? - preguntó con una sonrisa formándose lentamente en su rostro.

Él no dijo nada, permaneció en silencio, pero no por pensar en la propuesta de aquella mujer, sino que estaba al borde del tejado de un edificio, miró al vacío, una caída de más de treinta metros, aún con ella sobre él, saltó, haciendo gritar a la dama y que cierre los ojos al ver el inminente final, pero todo se detuvo cuando se dió cuenta de que estaba en otra terraza.

- ¡No vuelvas a darme esos sustos! - se quejó la gata con el ceño más que fruncido.

Lo más parecido a una risa se logró escuchar viniendo de él, pero se silenció al instante, miró aquella terraza y notó una puerta cerrada, a su lado estaba una manta cubriendo un gran objeto. A la escena llegaron unos policías, acompañados por una figura femenina, cubierta por una gabardina y sombrero grises, un suéter verde oscuro, pantalones largos y oscuros, recubiertos por placas metálicas, terminando con unos zapatos negros.

- Cuánto tiempo sin vernos Batman, me gusta el nuevo estilo.

Dijo la figura levantando la cabeza, mostrando un rostro de facciones muy bien cuidadas, unos lentes que dejaban ver sus ojos verde claro y un corto cabello color anaranjado.
El murciélago sin decirle nada, solo asintió la cabeza, dejando en el suelo a la gata y que los policías la levanten para llevársela a su celda.

- Selina Kyle... Je, vaya que ha pasado mucho desde la última vez. - dijo la mujer de cabellos anaranjados sacando de sus bolsillos un cigarrillo que comenzó a fumar. - ella estará en prisión por robo, gracias por atraparla Batman, te debo una.

Él negó con la cabeza, se acercó a ella y sus ojos hicieron contacto visual con los suyos.

- ¿Quieres algo más? Bueno... Últimamente se escucharon muchos ruidos fuertes y chillidos por el distrito industrial, se avistó a un murciélago de enormes proporciones, ¿Puede contar contigo para que te encargues de él? - preguntó exhalando el humo del cigarrillo para otro lado.

Asintió de nuevo su cabeza, le dió la espalda, alzó la mirada en vista del cielo, sacó de sus cinturón una pistola con un garfio, jaló el gatillo y este se colgó de uno borde, sirviéndole para escalar.

- Confío en ti Bruce. - pensó ella volviendo a fumar, ahora entrando y acompañar a Selina.

- Estarás un buen tiempo entre rejas, señorita. - avisó el policía que llevaba a la gata junto a su otro compañero.

Ella no dijo nada, en su mente solo estaba pensando en ese Murciélago Rojo, no era como el primero que conoció, no era su querido Bruce, era otro más, pero... ¿Quién estaría debajo de aquella máscara y manto?

Continuará....

Batman: Noches RojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora