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capitulo 1. itsuka Satoru

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Capítulo 1: Itsuka Satoru

"Recuerda quién eres realmente, recuerda tu identidad, por favor", dijo una voz femenina, su tono cargado de desesperación y súplica, como si las palabras fueran la última esperanza de quien las pronunciaba.

"Me serán leales sin importar lo que suceda, y si lo son, los protegeré con mi vida", resonó una voz imponente y poderosa, reverberando en un vacío que parecía infinito.

"Sí, mi señor", respondió una multitud de voces al unísono, llenas de respeto y devoción absoluta.

"Dime dónde estás, mi señor, por favor, dime dónde estás", rogó nuevamente la voz femenina, esta vez quebrándose, dejando entrever una desesperación que atravesaba cualquier barrera.

En una escena fugaz, unos ojos dorados brillaban con intensidad desde el rostro angelical de una mujer de cabello negro azabache, cuya melena caía como una cascada hasta su cintura.

"Al fin te encontré, mi señor", susurró con una sonrisa que mezclaba alegría y alivio.

"Espera... cuando estés a mi lado otra vez, te ayudaré a recordar, mi amado Ainz Ooal Gown-sama", añadió con un tono dulce, mientras se acercaba, sus labios fruncidos buscando un beso.

Un grito de agonía interrumpió el ensueño.

"¡Aaaaah!"

Un adolescente despertó sobresaltado, su rostro pálido bañado en sudor. Se llevó las manos al estómago, donde un dolor punzante le arrancaba el aire. Su mirada se posó en el techo de su habitación, intentando calmarse.

El ambiente estaba cargado de una sensación extraña, como si el sueño hubiera dejado una sombra persistente en la realidad. La tenue luz del amanecer apenas atravesaba las cortinas, proyectando líneas irregulares en las paredes.

Una risa infantil rompió el silencio, resonando en la habitación como un eco burlón.

La ceja del chico tembló involuntariamente. Ya sabía quién era la dueña de esa risa. Justo cuando un destello de irritación comenzó a formarse en su rostro, algo lo sofocó. Una calma antinatural lo invadió, como si alguien hubiera apagado un interruptor dentro de él.

El chico se incorporó lentamente, su cabello castaño con puntas azuladas desordenado y sus ojos cafés apagados, como si la vitalidad hubiera abandonado su cuerpo. La palidez de su piel lo hacía parecer un espectro en la penumbra. En la escuela, no en vano lo habían apodado "el chico no muerto". Pero ese apodo, curiosamente, no le molestaba.

"Kotori", dijo con una voz tranquila, casi monótona, mientras dirigía su mirada hacia la autora de su tormento. "¿Qué te he dicho de saltarme así? Podrías causarme una hemorragia interna. Ahora, ¿cuál es tu excusa esta vez?"

Kotori, una chica a principios de secundaria, lo miró con una expresión adorable, sus mejillas infladas en un puchero que, aunque a otros les parecería entrañable, a él le parecía mortalmente peligroso. Sin embargo, una vez más, algo reprimió sus emociones, sumiéndolo en esa constante apatía.

La luz del sol entrante realzó su figura. Su cabello rosado con tonos rojizos estaba atado en dos coletas, adornado con cintas blancas. Un mechón rebelde sobresalía en la parte superior de su cabeza, como si desafiara la gravedad. Hoy llevaba puesto su uniforme escolar: una blusa impecable, una falda azul que apenas rozaba sus muslos y medias negras que se extendían hasta más arriba de las rodillas.

Kotori se cruzó de brazos, girando ligeramente sobre sus talones, como si meditara su respuesta. En el proceso, el crujir de las tablas del suelo resonó, recordándole al chico lo vieja que era la habitación que compartían. El aroma de madera y un ligero toque de humedad llenaban el espacio, creando un contraste con la energía vibrante de Kotori.